El Museo Militar recorre 25 siglos de historia de sables, dagas o espadas tras la cesión de una colección privada
19 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.«La única razón de las armas es conseguir la paz», afirmó ayer el director del Museo Militar, José Navas, citando a Don Quijote, en el acto de inauguración de la exposición 25 siglos de armas blancas. La mayor parte de las piezas expuestas en uno de los espacios del centro pertenecen a la colección que fue elaborando Fernando Casas Martín, desde que entró en la Academia de Huérfanos Militares. «Eran piezas que primero fueron cayendo en sus manos, pero como siempre le gustaron, luego ya las pedía o le hacían en Toledo esas réplicas tan buenas», explicaba ayer su hija Amalia Casas, que fue la que donó esta colección al Museo Militar.
Además de recordar que tras el fallecimiento de su padre, que vivía en Lugo, trajeron la colección a A Coruña. De todos modos, apuntaba que algunas armas tuvo que recogerlas la Guardia Civil «porque mi padre tenía 45 licencias de armas, también porque era el secretario del Club de Tiro Olímpico de Lugo».
Tanto en las conversaciones previas durante el recorrido por la muestra como en las palabras de agradecimiento durante el acto oficial, Amalia Casas apuntó que con la donación al Museo Militar de esta colección «casi me han hecho un favor sacándolas de casa» y detallaba, divertida, cómo su nieto de pocos años descubrió el armario donde se encontraban, «un día en un descuido», y la reacción del pequeño: «Abuela, ¡cuantas espadas! Me dejas una para jugar».
En la colección de armas blancas hay desde bayonetas de armas clásicas como los Kalashnikov, hasta otras empleadas en ceremonias rituales del Nepal, pasando por dagas utilizadas por las juventudes hitlerianas, catanas japonesas y otras armas blancas procedentes de Marruecos o Rusia.
Navas destacó «la colección de amigos del Museo Militar» que hacen cesiones como la que se inauguraba ayer, una muestra que se completa con los sables y espadas depositados en el centro por Alfonso Salazar Martínez, muchos de ellos datados a medidos del siglo XIX. Completan la exposición otras armas también donadas por Antonio Lara de León, «un buen armero», dijo Navas, y José Ramón Almirón. Para todos ellos, el director tuvo palabras de agradecimiento.