Caminamos con la mirada puesta en la fachada de los viejos edificios de la calle Orzán. Andrés Gaos busca la placa que hace muchos años la agrupación O Facho colocó en la casa donde nació su padre, Andrés Gaos Berea. «El año pasado la encontré, pero ahora no sé dónde está. Es posible que derribaran el edificio», comenta con un musical acento argentino apenas unas horas después de su selección se clasificase para el Mundial. Unos metros más atrás su esposa, Celia Torrontegui, escudriña cada rincón de la coruñesa rúa hasta que se le escucha gritar «¡Allí!». En el número 126 de la citada calle, en un edificio abandonado, hay que hacer esfuerzos para descifrar lo que indica la placa que la mujer acaba de descubrir. «Aquí naceu Andrés Gaos Berea 1874-1959. Figura universal do nacionalismo musical galego. 18 de maio de 1981. Día da nosa fala», leo mientras Celia hace fotos y Andrés se frota los ojos. Años coruñeses. En 1874 nació en el Orzán y con 6 años dejó A Coruña para instalarse e Vigo con su familia, que regentaba el almacén de música Canuto Berea, en la esquina del callejón que lleva el nombre del que fue alcalde de la ciudad. «La madre de Gaos era la hermana pequeña de Canuto Berea», aclara el único hijo vivo de los ocho que tuvo el músico del que este año se conmemora el cincuenta aniversario de su muerte. El genial compositor y violinista se casó dos veces y tuvo cinco hijos con la primera mujer y tres con la segunda. «A mi me tuvo cuando tenía 60 años y vivía en la villa francesa de Gan. Conviví con él durante 27 años. Aunque hice algunos pinitos con la música lo cierto es que mi padre desencantaba a su hijos y les animaba a que buscasen su futuro de una manera más segura alejados de la notas musicales», recuerda Andrés Gaos, mientras caminamos por la zona centro entre Canuto Berea y el Orzán.
Gaos regresó a su ciudad natal en 1927 dentro de una gira de conciertos que lo llevaron por distintas ciudades españolas. Su hijo Andrés vino por primera vez a A Coruña a mediados de los setenta, con motivo del centenario del nacimiento de su ilustre progenitor. A la calle Andrés Gaos, en estos momentos, habría que quitarle la ge y sustituirla por una ce. Es un caos. Obras, polvo y coches aparcados por todos lados conviven en esta arteria del Agra del Orzán que arranca en la calle Barcelona. «¿Quién es ese señor al que hacéis fotografías?», pregunta una vecina de la calle Andrés Gaos. «Es Andrés Gaos», le contesto a la sorprendida lugareña.
Tras el paseo por su calle llegamos al Conservatorio Superior de Música. Lo primero que se ve son unas enormes letras doradas que indican el nombre del auditorio, Andrés Gaos. Se inauguró hace poco más de una semana dentro de los actos de homenaje que se le tributaron al cumplirse medio siglo de su fallecimiento y que incluyó la presentación de la ópera Amor vedado . «En Argentina apenas se reconoció su labor, pero en A Coruña siempre. Estamos muy agradecidos», apunta. Celia, su esposa, no para de sacar fotos con su cámara digital y se empeña en ver el auditorio por dentro. Se escucha la música de un ensayo. Nos despedimos. «Lo que más me gustó fue haber encontrado la placa», comenta emocionado Andrés Gaos tras recorrer los rincones coruñeses de su padre.