Personajes coruñeses | Rafael Taboada Vázquez Es uno de los rostros más conocidos de la ciudad: religioso, profesor en varios colegios y escritor asiduo en la prensa local, es, además, autor de varios libros
20 may 2005 . Actualizado a las 07:00 h.?afael Taboada es uno de los sacerdotes con más actividad de la ciudad: abad de la Colegiata, capellán del Deportivo, del Colegio de Procuradores, de la refinería, profesor de varias escuelas y colegios y una larga huella como escritor de artículos y libros. Taboada nació en Melide, en 1926. Hijo de un panadero con familia numerosa, desde pequeño apuntó condiciones de niño prodigio, aunque siempre con clara inclinación religiosa. Estudió en el Seminario de Mondoñedo y en la Universidad Pontificia de Comillas, licenciándose en Derecho Canónico. Ordenado sacerdote a los 22 años, tuvo que pedir la dispensa a la Santa Sede. Fue ordenado en su villa natal por el cardenal Quiroga Palacios e inició su labor pastoral en Santa María de Neda (Ferrol), pasando luego por las parroquias de Serantes y Miño antes de recalar en la Colegiata de Santa María del Campo. También ejerció la docencia en la Escuela de Magisterio y protagonizó un trío eclesiástico muy conocido y respetado junto con sus hermanos Guillermo (párroco de Oleiros) y Julio (coronel vicario castrense). Ilustre y conocido El padre Taboada mantiene una buena relación con la burguesía local. Tras la muerte de Franco, también trató mucho a su viuda, Carmen Polo, con la que desayunaba en la Casa Cornide tras asistir a misa en la Colegiata. Don Rafael pertenece a ese colectivo de sacerdotes a los que les cuesta abandonar la sotana y aún hoy sólo viste el clergyman más clásico, al contrario que muchos de sus compañeros. Vive con sus dos hermanos en un piso de Oleiros, atendido por una amable señora. Usa un coche de tipo medio y le gusta el pescado, que para eso la mayoría de los apóstoles eran pescadores. Es, asimismo, asesor del Club Gastronómico Rías Altas. Creador en la Colegiata del Museo de Arte Sacro, tiene entre otras distinciones la Cruz de San Raimundo de Peñafort. Le conozco personalmente desde los años setenta y siempre que me ve conversamos un buen rato. Es un sacerdote simpático, vivaraz, inteligente, discreto y, en suma, muy gallego.