La cura del arte

TAREIXA TABOADA OURENSE

CIENCIA

Una de las salas de la Clínica Casiano, la dedicada a Baldomero Moreiras
Una de las salas de la Clínica Casiano, la dedicada a Baldomero Moreiras Alejandro Camba

La Clínica Casiano integra en su espacio ciencia y cultura en sus salas

04 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Donde hay amor por la medicina, hay amor por la humanidad», Hipócrates.

El fisioterapeuta José Manuel Vázquez Casiano, humanista visionario amante del arte y eminente profesional con más de 39 años de experiencia, proyectó para sus modernas instalaciones, un espacio dinámico y flexible de diálogo entre el arte de curar y la creación plástica a través de un extraordinario equipo humano formado por los mejores profesionales de las distintas especialidades médicas que con ilusión asisten en la Clínica Casiano, poniendo, además de su vocación, formación y sabiduría, empatía, para cuidar de nuestra salud. Casiano conjuga sanación y sensibilidad, diseñando para la clínica, un particular museo vivo, donde consultas, despachos y pasillos se convierten en salas dedicadas a un artista en las que, además de recibir los tratamientos, el paciente puede descubrir, apasionarse o evadirse en la obra del creador referenciado. Constituye una iniciativa innovadora que humaniza la tensión de los no-lugares y su poética de insólito vacío, la eterna espera de sala de espera donde los minutos se convierten en territorio.

Una clínica convertida en museo contemporáneo que visibiliza el arte y a los creadores gallegos a falta de un Museo Municipal en Ourense que atesore el valor del patrimonio, respetando, reconociendo y preservando un legado cultural autóctono que constituye identidad y memoria y marca el grado de desarrollo y progreso de una sociedad. Sensible y comprometido con los artistas y la ciudad, conocedor del poder transformador del arte, Casiano actúa ampliando su espacio médico con nuevas salas y nuevos artistas con acertado criterio, reivindicando la importancia de la expresión plástica como connatural sensibilidad de nuestra marca como especie, promoviendo el valor de los creadores ourensanos, consiguiendo transformar un lugar de tránsito en hábitat de memoria, cultura, sanación y arte.

La sala Baldomero Moreiras atesora su personal estilo figurativo de línea dominante tendente a la abstracción, una estructuración del espacio pictórico como geometría y gran inteligencia emocional en el uso del color. La grafía vitalista del genial artista Vidal Souto se enreda con destreza y dulzura en el pelo de una cabeza femenina en la sala dedicada al creador. El exotismo sensual y la pincelada experta del carismático creador César Taboada resulta fascinante. Temperamental y apasionado, extraordinario, Vázquez Ribada. El surrealismo metafísico de Gilberto Rey, dos retratos de Guillot con tintes expresionista y costumbrista y el paisaje como tema de Álvarez Tejada. En la sala 10 comparten espacio Carrabouxo y su hijo Xoán integrando sus diferentes discursos y lenguajes. Una delicada pintura inacabada de Rober.

El arte del paisaje de Vázquez Prats. El academicismo poético de Manolo Vidal y el hiperrealismo lúcido de Leandro Sánchez en un lienzo espléndido formado por 6 tramos de obra que evidencia su dominio de la técnica. Siempre sorprendente en su lenguaje de neón bícromo, Mon Devane y el vitalismo cromático de los pájaros de papel de Jana DK. En la sala Jaime Quessada deslumbra su talento sobrehumano. El surrealismo conceptual próximo a Magritte y Ernst de Manolo Ebra.

La sala dedicada a X. Poldras describe la altura del maestro del grabado. Exquisita y rotunda, la obra de Ana B. Lorenzo integra temperamento e interés por el volumen de los cuerpos reducidos a superficies geométricas .

José Bendaña experimenta con el pulso del color desde el Expresionismo abstracto y hace una revisión del Pop Art Ricardo Bendaña en un retrato de Casiano. Monumentales, arrebatadas y magníficas pinturas de Zapata y están representados en salas y despachos, entre otros artistas, Nelson Zumel, Penín y Prieto Nespereira.

En el cruce de caminos de las salas de espera domina la escultura. La caligrafía poética de Acisclo Manzano representado en una extraordinaria colección de terracotas policromadas que multiplican sus anatomías incididas como en proceso de ingravidez. En la sala Buciños, sus imaginarios rotos introducen el vacío en el volumen con elegancia, ternura y equilibrio. La sala Luis Estévez está presidida por una magnífica talla de madera del sorprendente artista, capaz de trasladar a la mirada contemporánea rasgos primitivistas con una reducción del símbolo figurativo a lo esencial con hieratismo vital y panteísta. Retorciéndose sobre su dilatado cuerpo con una energía insólita, elástico y monumental con la transgresión de su carga psicológica, apasiona el desnudo de Ramón Conde.