¿Es el fin de las picaduras de mosquitos?

R. R. REDACCIÓN

CIENCIA

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Científicos estadounidenses han identificado sustancias capaces de saciar su sed de sangre humana y disminuir sus ansias de picar

07 feb 2019 . Actualizado a las 22:47 h.

Un equipo de científicos estadounidenses ha identificado sustancias capaces de reducir la sed de sangre de los mosquitos. Estos compuestos engañan a los insectos y les hacen creer que han saciado su furioso apetito y disminuyen así sus ansias de picar. Los expertos sugieren que esta nueva estrategia podría suponer un antes y un después en la prevención de enfermedades infecciosas transmitidas por estos vectores.

Con menos de diez milésimas de onza y una velocidad máxima de menos de dos millas por hora, el mosquito hembra es uno de los animales más peligrosos del planeta porque mientras vuela de persona a persona, mordiéndonos para extraer la sangre que necesita para poner sus huevos, esta pequeña criatura transmite microbios que enferman y matan a millones de personas cada año.

Sin embargo, científicos en el laboratorio de Leslie B. Vosshall de la Universidad Rockefeller, en Estados Unidos, han demostrado que se puede convencer a los mosquitos hembras para que no muerdan. Su trabajo, que se publica en la revista Cell, alumbra sobre la biología que subyace en los comportamientos de búsqueda de huéspedes y de alimentación de sangre que hacen que estos insectos sean una amenaza, y podría llevar a nuevas formas de detener esos comportamientos.

Los investigadores realizaron sus experimentos con los mosquitos Aedes aegypti, la especie responsable de la propagación del dengue, el Zika, la chikungunya y la fiebre amarilla. Los Aedes femeninos se sienten fuertemente atraídos por los seres humanos, cuya sangre contiene la proteína que necesitan para producir sus huevos. Pero, una vez que se han alimentado, la atracción disminuye bruscamente y los mosquitos llenos muestran poco interés en buscar otra comida de sangre durante varios días.

«Es como la mejor cena de Acción de Gracias», pone como ejemplo la becaria postdoctoral que dirigió el proyecto, Laura Duvall. Los científicos pueden reproducir ese efecto posprandial a largo plazo inyectando a los mosquitos hembras grandes dosis de pequeñas moléculas similares a proteínas llamadas neuropéptidos, que activan receptores especializados.

«Los insecticidas están fallando, no hemos encontrado una forma de hacer mejores repelentes, y aún no tenemos vacunas que funcionen bien contra la mayoría de las enfermedades transmitidas por mosquitos», según declaró a la agencia Sinc Leslie Vosshall, autora principal de este estudio y directora del Laboratorio de Neurogenética y Comportamiento de la Universidad de Rockefeller. «Nos estamos quedando sin ideas -añade- nuestra propuesta es una forma completamente nueva de pensar en el control de estos contagios».

A diferencia de los humanos, que suelen recobrar el apetito en pocas horas, los mosquitos tardan varios días en volver a tener hambre después de llenar el estómago. Este fenómeno atrajo la atención de los investigadores ya que, al menos durante un tiempo, se conseguía de alguna forma alejar a los insectos de sus ansias por picar.

Los expertos plantearon la hipótesis de que ciertas hormonas eran responsables de la atracción de los mosquitos hacia los humanos y que, tras alimentarse, había ‘algo’ que mermaba la apetencia, anulado así el efecto de estas hormonas.

Al engendrar generaciones de crías dispares, este mosquito necesita alimentarse en varias ocasiones a lo largo de toda su vida. 

En los humanos existen vías capaces de activar y desactivar estos efectos hormonales que determinan las ansias por comer como, por ejemplo, en los casos severos de obesidad con la ayuda de fármacos reguladores. Por ello, los científicos tomaron la decisión de emplear medicamentos dietéticos, diseñados en principio para humanos, con el fin de comprobar si estas vías estaban también presentes en los mosquitos.

«Encontramos que los caminos funcionaban de la misma manera en los mosquitos y esto nos dio la confianza para seguir adelante con nuestra investigación», explica la líder del proyecto. El siguiente paso fue identificar el receptor sobre el que estaban actuando estas sustancias y que le indicaban al mosquito que ya no necesitaba comer más.