Memoria de Vigo El médico galleguista, casado con Antía Cal, murió a los 52 años, cuando se esperaba mucho de su ciencia y su humanidad
17 feb 2007 . Actualizado a las 06:00 h.Si como médico quedó de él un recuerdo imborrable, especialmente por su condición de oftalmólogo con una excepcional formación, como humanista dejó el ejemplo de su interés por Galicia, compartido por su esposa. Ella, la pedagoga Antía Cal, guarda su memoria y es un referente de aquel esfuerzo común de los dos por una enseñanza renovada en un Vigo escasamente galleguizado en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Antón Beiras, que tal era el personaje, murió muy joven, solamente tenía 52 años cuando falleció el primer día de abril de 1968. Después de muerto, no sólo quedó su recuerdo, también su obra le sobrevivió, dado que el Vigoscopio, su invento contra el estrabismo, su gran aportación, consiguió algunos éxitos. Aunque quizá el hecho de que él faltara pudo ser determinante para que aquel ingenio no fuera explotado hasta donde quizá se habría podido conseguir. Antón Beiras García, compostelano, es uno de los troncos recientes de donde arrancó la familia de ese apellido que, extendida especialmente por Santiago y Vigo, ha tenido siempre un vínculo muy especial con el galleguismo. Una de sus máximas expresiones fue el colegio Rosalía de Castro, que estaba en su día en Gran Vía, 67. A caballo entre la provincia de A Coruña y Vigo empezó a ejercer este personaje, que se licenció en Medicina en septiembre de 1942. Probablemente en 1946 fue el año en el que se asentó definitivamente en Vigo. Publicación Ya en 1958, tiempos todavía muy difíciles para hacer patentes los signos de esta tierra, el nombrte del doctor Beiras García se asoció a la que pasa por ser la primera publicación científica en gallego después de la guerra civil. Concretamente era la revista Referatas, editada por la Academia Médico Quirúrgica Provincial de Vigo, que publicaba una conferencia de nuestro personaje con este título: «Ensaios para mellorar os resultados terapéuticos do estrabismo». Al poco, en el combate contra la bizquera, empezó a hablarse repetidamente, y tanto en medios científicos como generalistas, sobre el aparato por él inventado, el Vigoscopio. Muy pocos meses antes de que falleciera el ilustre galeno, se destacaba que con la aportación de nuestro personaje se ha visto funcionar el fondo del ojo, lo que suponía un avance considerable en los propósitos reparadores del Dr. Antón Beiras. En 1962 se le había concedido el premio de la Sociedad Española de Oftalmología. En abril de 1968, como ya dijimos, falleció el oftalmólogo, dejando viuda a Antía Cal. Los hijos del matrimonio eran Hixinio, muchos años médico cardiólogo ejerciente en la sanidad pública en Vigo y hoy mano derecha de la conselleira de Sanidad; Antía, bióloga; Antón, economista, y Beatriz, periodista. A su muerte, el Dr. Darío Álvarez Blázquez, otro clásico como él, con perfiles de gran profesional, pero también de humanista y galleguista, le calificó de «O iluminado». Celso Emilio Ferreiro dedicó un poema al fallecido, que hizo llegar a la familia Xesús Alonso Montero. Y el jesuita padre Seixas, el inolvidable luchador por el idioma, pronunció por él la primera homilía en gallego dada en la ciudad de Vigo después de la guerra civil. La ocasión era propicia.