Diez años consecutivos de alegrías deportivas. Desde Tercera a la categoría de plata en una década. Y ayer, la guinda del segundo puesto, que daría derecho a actuar la próxima campaña en Primera. En medio del apogeo rojiblanco, en una etapa de Pax del Ángel Carro, los protagonistas navegan entre la prudencia y la euforia contenida. Desde que Quique Setién es el entrenador del Lugo, cada año se ha dado un salto clasificatorio. Pero también es cierto que al preparador cántabro se le asocia con bajones a medida que el campeonato avanza. Sea por lesiones, sea porque los rivales aprietan, el equipo es un especialista en esprins iniciales.
Ahora, colocados en una antológica segunda posición, la cuestión radica en conocer si el éxito es flor de un día o si el Lugo está llamado a luchar por unos puestos que serían calificados de irreales en la planificación de la temporada. Setién emitió un mensaje de humildad tras el triunfo contra el Sabadell. Pero, a diferencia de hace doce meses, el conjunto rojiblanco es capaz de competir y puntuar sin brillo. Asentado en la categoría, afrontará el duelo ante el Mallorca de Oltra sin presión. El camino hacia la permanencia parece allanado cuando solo se ha consumido un cuarto del curso. En algunos sectores, el optimismo está impulsando los sueños. Flotando en la nube, que les quiten lo bailado. Eso sí, las gradas siguen medio llenas.