«Síntome como un bergantiñán máis»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

Ana Garcia

Aunque es natural de Cariño (Ortegal), Andrés Breijo ejerció en Ponteceso durante casi cuarenta años. «Un nunca esquece o lugar onde naceu», explica, aunque dice sentirse carballés

12 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Nació en Cariño, en la comarca de Ortegal, estudió a medio camino entre Burgos y A Coruña y ejerció toda su vida como aparejador en el Concello de Ponteceso. Pese a que comenzó a visitar Carballo con apenas 14 años de edad, Andrés Breijo Castrillón (1952) recaló en la Costa da Morte de forma definitiva podría decirse que por amor, pues su mujer es de Carballo.

Hace apenas unas semanas se jubiló y a mediados de diciembre celebró una emotiva comida de despedida en el restaurante A Cunca de Buño. Tras casi cuatro decenios entrando y saliendo del concello pontecesán, dice sentir nostalgia de dejarlo, aunque es tiempo de emprender nuevos proyectos de vida: saludar a esta nueva etapa. «Botarei de menos, sobre todo, aos compañeiros, pero tamén a toda a xente de Ponteceso en xeral, que sempre, dende que estou alí, se portou estupendamente comigo», explica.

Aterrizó en territorio pondaliano allá por el 79, con unos jovencísimos 27 años de edad puesto que Jesús Vázquez, alcalde por aquel entonces y padre de la conselleira de Infraestruturas Ethel Vázquez, requirió sus servicios en el consistorio. Breijo le recuerda con cariño, pues fue de algún modo quien le ancló a la Costa da Morte. También pasó casi un año en el Concello de Carballo, aunque fue una estadía puntual que no llegó a prolongarse durante más tiempo.

Dado que en sus años de estudiante escaseaban los centros para formarse en su oficio de aparejador, siendo él muy joven se fue a la ciudad de Burgos, donde inició sus estudios, que más tarde completaría en A Coruña, más o menos en la promoción del 1976.

Ahora, después de casi cuarenta años de actividad continuada, disfrutará de un merecido descanso, aunque no se lo plantea como unas vacaciones prolongadas, sino que pretende mantenerse activo. «Hai que estar ocupado e non estar baldío. A falta de actividade é o peor que lle pode pasar a unha persoa chegado este punto», afirma.

La Habana, una inspiración

Viajar es una de sus grandes pasiones, algo que viene haciendo desde siempre, intentando cuadrar horarios y buscar días libres cada año para visitar diferentes lugares del mundo, «aínda que nunca tiven demasiado tempo para dedicarlle». Ahora, una vez jubilado, no pretende dejarlo de lado, ni mucho menos, sino potenciarlo aún más: «Aínda hai infinidade de lugares que me gustaría visitar».

Dos de los viajes más interesantes que recuerda fueron a la Patagonia y a Estambul, pero también guarda un cariño especial a Cuba, concretamente a La Habana. «É un lugar impresionante, tanto a nivel urbanístico como cultural, sempre tendo presente o contexto social no que se atopa a cidade».

Breijo, pese a haber nacido en las Rías Altas, bien podría pasar por un autóctono de la Costa da Morte, una zona a la que reconoce haber cogido un gran afecto después de tantos años. Bien por su entorno o por sus gentes, pero lo cierto es que Carballo y Ponteceso forman ya parte de él. «Síntome como un bergantiñán máis», admite, aunque la tierra nunca se olvida, ni aún después de haber pasado prácticamente toda su vida adulta fuera. «Eu son de Cariño non só de nacemento, senón tamén de corazón, por así dicilo; pese a todo, eu síntome xa un veciño máis de Bergantiños».

La familia tira en ese aspecto, y además de su mujer, ahora tiene tres hijos «carballeses de pura cepa». Dos de ellos trabajan por la zona, y el otro ejerce en Madrid, explica orgulloso. También tiene cinco nietos, de los que no duda en presumir, y a los que previsiblemente dedicará buena parte de su tiempo ahora que está retirado. «Estarei ben ocupado, diso non cabe dúbida», remata el orteguense.