La campana que cuelga de un carballo desde hace 50 años

Santiago Garrido Rial
S. G. Rial CARBALLO / LA VOZ

CERCEDA

La campana, tras la poda integral realizada al carballo hace poco más de cuatro años. Al fondo, la torre de la iglesia.
La campana, tras la poda integral realizada al carballo hace poco más de cuatro años. Al fondo, la torre de la iglesia. cristian puente< / span>

Está junto a la iglesia de A Vila de Abade, y funcionó durante un tiempo

20 nov 2015 . Actualizado a las 14:25 h.

En la entrada de la iglesia de A Vila de Abade, en Tordoia, una campana recibe a los fieles colgada de un carballo. A quienes están acostumbrados ya no les llama la atención, pero para los de lejos aún es un hecho insólito, y de vez en cuando se acerca alguien a verla. Tiempo ha habido para habituarse: fue colgada entre el 62 y el 63, señala Cristian Puente, de la asociación de vecinos, tras la consulta con los más viejos del lugar. Llevaba poco tiempo destinado el párroco, José Manuel Fontela, que ahí sigue. Recuerda el proceso. Había que comprar una, y él tenía una ya mirada, pero hubo vecinos que contactaron con otro representante y les resultaba más barata. Pero lo barato, a veces, sale caro: no cabía en el campanario. Claro que estaba prevista una ampliación, pero no llegaba. Ocurrió que hubo que celebrar un entierro y, ante la necesidad -explica- optaron por colocarla en el árbol para tocar a muerto. Algo provisional, claro. Y ya van más de 50 años.

Después vino la otra, la que sí cabía, e incluso se habló de entregar la grande para obtener una rebaja, pero al final quedaron todas: las dos de arriba y la del carballo. Esta tocó bastante tiempo, hasta que una vez se cayó. No pasó nada, solo un susto. Pero le quitaron el badajo y desde entonces solo suena con el viento.

Está sostenida por unos cables metálicos. Antes tenía también un palo de hierro atravesado, pero lo cambiaron tras la última gran poda, en el 2011. Sorprende cómo han rebrotado las ramas en tan poco tiempo. «Igual a campá lle fai ben», bromea el párroco. quien la denomina «a campana volante». No solo por colgar, sino porque en estos años ha ido ascendiendo, conforme crecía el roble, que también sirve de tablón de anuncios y tiene una base frontal rígida para que los lectores no pisen charcos.

Cuenta Puente que cada casa había pagado unas 100 pesetas para la compra, y que varios hombres tuvieron que ayudar a subirla, porque pesa sobre 200 kilos. A la vista, parece segura, y se ha ganado tan bien el sitio que ese parece su lugar natural.

Más de medio siglo al frente de la parroquia

A Vila de Abade está situada en tierra de límites, donde una comarca empieza y otra acaba, la de Ordes (a la que pertenece, lo mismo que la cercana Rodís, en Cerceda) y la de Bergantiños, con los extremos de la parroquia carballesa de Rus. Los vecinos no entienden de limites administrativos, así que el flujo con vecinos con Carballo o A Silva es muy frecuente.

Es zona elevada, fría en invierno, y con un suelo riquísimo en titanio, lo mismo que en la cercana Anxeriz, donde un día dejó de extraerse.

Justo en esa época de riqueza minera llegó al lugar José Manuel Fontela. Natural de la zona del Ulla, fue ordenado en el 58, y más o menos dos años más tarde, en el 60, fue destinado a este lugar que para muchos sigue siendo Viladabade, o incluso Villadabad, como se mandaba escribir en aquellos tiempos y aún tiene su efecto en muchos vecinos que crecieron con la toponimia deturpada, pero de la que es muy difícil desprenderse. Fontela lleva, por tanto, 55 años al frente de los feligreses, una parroquia (Tordoia tiene 10) extensa, con 24 lugares, y algo menos de 500 habitantes. Hubo muchos más, pero la emigración, sobre todo a Suiza, hizo estragos.

El cura se encarga además de Xesteda, en Cerceda, que es donde vive, y de Andoio, en Tordoia. Y esos 55 años de ejercicio continuado en el mismo lugar lo convierten en el cura más veterano ligado a un sitio en la comarca, cuatro años por encima del de Canduas o el de San Cremenzo de Pazos, por ejemplo.