«Sería un pecado venir a Corme y no probar los percebes»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

A REMOLLO | La actriz Arantxa de Juan, que visitó este mes la Costa da Morte, hizo 300 funciones de una obra de teatro en su propia casa de Madrid

22 ago 2021 . Actualizado a las 20:50 h.

¿Interpretarían una obra de teatro en su propia casa? ¿Dejarían, a lo largo de 300 funciones, que perfectos desconocidos entrasen a su hogar? Arantxa de Juan, de dilatada trayectoria profesional, sentó precedente cuando encarnó a la también actriz Anna Magnani en la que entonces era su casa, en el centro de Madrid. Sobre esta experiencia habló recientemente en el Museo de Arte Contemporáneo de Corme tras pasar unas semanas de visita por la Costa da MorteAmar en tiempos revueltos, El síndrome de Ulises o La pecera de Eva son algunas de las producciones televisivas en las que ha participado, aunque a lo largo de su carrera siempre ha habido lugar para el teatro. En 2019 recibió el premio a mejor actriz protagonista en Los Angeles Film Awards por la película Todos cambiamos.

-¿Qué tal su visita por la zona?

-Me ha encantado. No conocía la Costa da Morte y he de decir que me ha sorprendido mucho. He visitado bastantes sitios y, sobre todo, he saboreado el ambiente, que es muy tranquilo. ¡Y nos ha hecho buen tiempo!

-¿Qué es lo que más le gustó?

-Yo creo que Fisterra. Es que es un sitio muy mágico. Llegas allí y te imaginas a esos hombres que pensaban que la tierra era plana. Casi puedes ver a los dragones [ríe]. Me ha encantado.

-¿Hizo el Camino alguna vez?

-Pues no, es algo que tengo pendiente. Ahora viene mi hermana y tengo otra que lleva diez años haciéndolo por partes, porque solo viene una semana. Ahora culminó en Santiago y está feliz. Es una enamorada del Camino.

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-¿Cómo entró en contacto con la Fundación Torre Pujales?

-Pues resulta que una de las personas que pertenece a la fundación es tía mía, ¡y yo no sabía de su existencia! Nos encontramos hace poco, fue algo muy mágico, nos vimos y ya supimos que éramos familia. Ella me habló de la fundación y a mí, que tengo un cuadro enorme que el pintor gallego Darío Basso me había hecho para una función teatral, me pareció buena idea que esa pieza estuviese expuesta en un museo. Y más aún al lado del mar, porque ese cuadro fue pintado en la playa. El de Corme es un grandísimo museo que merece mucha más repercusión de la que tiene.

-Allí dio una pequeña conferencia. ¿De qué habló?

-Pues de cómo una actriz puede inspirar a otra a través de su fortaleza y de todo lo que puede transmitir. En este caso fue Anna Magnani, que fue muy transgresora en su época, la que me inspiró para hacer una función de teatro en la que yo misma me encargué del guion y de la dirección y que representé durante cuatro temporadas en mi propia casa.

-¿Cómo fue la sensación abrir su casa al público?

-Pues para mí fue algo natural. La acción se desarrollaba en el salón de la casa de esta actriz, que vivía en el centro de Roma. Yo vivía entonces en Madrid y un día bromeé con una amiga con que tendría que hacer la obra en mi propio hogar. Y esa era la clave: hacerla en una casa que oliese a vivida, que no fuese un decorado.

-Sería peculiar, cuanto menos.

-Yo creo que desarrollaba en el público esa faceta de voyeur que todos tenemos. La función empezaba en una habitación y de hecho el público se preguntaba si estaba viendo a la actriz o al personaje. Es como si estuviesen contemplando algo que no se suponía que debían ver.

Arantxa, en el Maccmo
Arantxa, en el Maccmo BASILIO BELLO

-Jugaba con sus emociones.

-Exacto. Fue una función que no solo se veía, sino que se sentía: yo cocinaba espaguetis y la gente los olía. Jamás lo había hecho antes, pero no sé si lo volveré a repetir. Ana Magnani hablaba mucho de la verdad, y no sé si habrá más verdad que ofrecer mi casa y mis espaguetis a una distancia de primer plano de cine.

-¿Cuantas funciones fueron?

-¡Hice 300! Empecé para 16 y paré por el covid, si no la cosa hubiese continuado. La verdad es que se fue corriendo y, sin tener ningún tipo de publicidad externa, la gente la iba recomendando, celebraban allí sus cumpleaños...

-¿Cómo fue volver al trabajo tras el estallido de la pandemia?

-Nuestra profesión está muy dañada y ha sido, y está siendo, muy difícil. Se están arrancando cosas, pero bajo unas normas muy difíciles y exigentes. Mucha gente piensa que la cultura no es necesaria, que no es vital, pero abre unas puertas que sí son vitales.

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Más de cerca

¿Mar o montaña? Mar. 

¿Carne o pescado? ¡Percebe!

La siguiente pregunta era si había probado los percebes de Corme... ¡Vamos! Ni se pregunta. Sería un pecado venir a Corme y no probar los percebes.

¿Pudo ver trabajar a los percebeiros en O Roncudo? Sí estuvimos, nos dimos un paseo desde la aldea y además es un paisaje precioso.

¿Ha probado las sardinas con cachelos en su visita a la Costa da Morte? No... Los cachelos sí, pero no las sardinas. Me queda para la próxima, porque desde luego que pienso volver.

¿Más allá de los percebes, cuál es el plato que más le ha gustado? Me vais a matar, pero los huevos fritos. He encontrado unos huevos aquí que no te los comes en Madrid ni loca.

¿Dónde se tumbaría a ver una puesta de sol en la Costa da Morte? El faro de O Roncudo, me encantó la puesta de sol allí.

¿Ha estado en la playa de los cristales? No, lo cierto es que no hemos visitado demasiadas playas. Hicimos un montón de actividades, hasta cerámica.

¿Y cómo fue esa experiencia alfarera? Pues fíjate, con nosotras vino una niña de 13 años y le pareció la experiencia de su vida [ríe]. Todas nos llevamos nuestro plato y nos divertimos un montón.

¿Sabe cuál es la catedral del megalitismo? El dolmen de Dombate.

¿Conoce a Eduardo Pondal? No he leído nada suyo, pero sé que ha hecho el Himno de Galicia y conozco la casa preciosa que tenía en Ponteceso. Tengo que leer de él, definitivamente.