Vía Láctea, la recompensa para quien sabe observar bien el cielo

Patricia Blanco
P. blanco CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCIA

Captar este medio billón de estrellas requiere mucha pericia, indica el físico Jorge Mira

02 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Mirar el cielo es una práctica milenaria que, con el paso de los años, el exceso de entretenimientos y las prisas del vivir diario, se ha venido perdiendo. No obstante, los soñadores que no cesan en su empeño de hacerlo tienen recompensa. Lograr observar y plasmar en una imagen la Vía Láctea no es empresa fácil: «Así como a lúa e o sol se ven ben, a luz posta en xogo neste caso é moito menor», dice el físico baiés Jorge Mira. En su afán divulgador, reseña que la Vía Láctea es «ese carreiro branco que parece unha mancha branca no medio da noite». Pueden observarlo en las imágenes que rodean este texto. Hace falta buscar un lugar apartado, oscuro, sin polución lumínica excesiva -la Costa da Morte se revela muy buena para ello-, y aun así es preciso tener un ojo ágil para divisar este conjunto: «Se non estás afeito, mesmo che pode parecer unha nube», añade el profesor.

ANA GARCIA

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Medio billón de estrellas componen esta «mancha» que, si ya es complicada de ver, más resistencia ofrece aún ofrece a ser fotografiada. Hace falta mucha pericia para no perder nada del entorno. Para lograr captar, por ejemplo, el faro de las Sisargas, al mismo tiempo que el cielo. O el puente de Brandomil, sin perder de vista las estrellas. Las fotografías superiores -ocurre lo mismo en la que se ve el dolmen Pedra da Arca- requieren un tiempo de exposición muy grande, de forma que la luz quede atrapada. Ello, logrando también que ningún punto iluminado «contamine» la foto. Mucha práctica es lo que se necesita: muchas horas de mirar y conocer el cielo. Cuando el humano duerme, pasan cosas en la noche: la Vía Láctea, tan a menudo citada en las cada vez más abundantes rutas de observación astronómica, es una de ellas.