La muerte en el río Ulla del concejal holandés de origen carballés, tras 11 días desaparecido, conmocionó a la región de Utrecht y a parte de Galicia
14 oct 2014 . Actualizado a las 08:37 h.Ramón Smits Álvarez nació el 31 de julio de 1979 en Amersfoort (Utrecht-Países Bajos) y falleció el 21 de octubre del año pasado, una fría tarde de un lunes, ya casi anocheciendo. Se arrojó por un lateral del puente viejo y hermoso de Ponte Ulla, entre Vedra-A Coruña (a un lado) y Gundián (A Estrada-Pontevedra) al otro. La corriente y los trabajos del equipo de rescate de la Guardia Civil lo acercaron más hasta la zona pontevedresa, aunque cuando lo hicieron ya llevaba muchos minutos sin vida.
Ese día, hace casi un año, Ramón ponía punto final a su existencia y a una intensa búsqueda de once días en los que estuvo desaparecido desde que se marchó de su casa holandesa, aunque más tarde se supo que la mayor parte del tiempo seguramente lo pasó en Galicia. Once días en los que su caso ocupó los informativos (con varios enviados especiales de numerosos medios a Carballo) de los Países Bajos, especialmente los de la región de Utrecht, a la que pertenece su ciudad natal, Amersfoort.
Allí era concejal, y además un serio aspirante a optar a encabezar la candidatura a alcalde por su partido de siempre, el laborista, equivalente al socialista, en el que ya había sido edil con 19 años (en 1999), de los más jóvenes del país, y de nuevo había salido elegido en los comicios del 2000.
En esa repercusión influyó su ascendencia política, pero también la orden de búsqueda internacional y extradición por supuestos delitos financieros. De ellos hablaría en público por primera vez, el 1 de noviembre, en el funeral Arriën Kruyt, gran amigo, compañero de partido y exteniente de alcalde de Amersfoort: explicó que, tras perder su trabajo en la empresa aseguradora en la que llevaba años, «perdió su estabilidad», se trastornó y se llevó fondos de su partido, del que era tesorero, que en aquel momento reflejaron los medios como «decenas de miles de euros». No pudo con la presión de ese acto, huyó hacia adelante y finalmente sin retorno.
Justo al día siguiente de fallecer, llegaron las cartas que Ramón había enviado esos días. Una de ellas, a la Redacción de La Voz en Carballo, en la que expresaba sus deseos para Galicia, de la que decía que siempre estaba en él.
El entierro fue el 25 de octubre, en Oza, de donde es su madre, emigrada en Holanda. También estaba su viuda y los dos hijos, hoy de 5 años y 21 meses. Con la bandera de Galicia, música y 12 bombas de palenque.