Las tres opciones de los secesionistas de Zas

CARBALLO

09 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

A Severo Lobato se le ha alborotado el rebaño. El pastor pretendía atar en corto a sus corderos y ahora ve como se le dispersa la grey hasta el punto de que han montado un catecismo alternativo. Una rebelión en toda regla, inaudita en un pueblo tranquilo como Zas, donde poco más ruido se percibe que el de los vehículos de jóvenes que los sábados van de marcha a Santa Comba o los estudiantes que viajan a la Universidad de Santiago. En este pueblo soneirán, rebeliones hubo las justas: el follón del instituto y las ventas de las masas comunes de la parcelaria, y poco más. Es todo el bagaje revolucionario de los zasenses en los últimos decenios, al margen de las consabidas tractoradas, comunes, por otra parte, a otras muchas localidades rurales gallegas. Es, sin embargo, significativo este secesionismo religioso que predica el catolicismo light o al gusto del consumidor y que tiene sus raíces en la poca flexibilidad del párroco y, según dicen otros clérigos, en los celos de unos y los intereses políticos de otros. Sea así o no, está claro que las grandes rupturas religiosas de la historia nunca tienen una sola causa. No obstante, la de Zas presenta un gran inconveniente: carece, al menos en apariencia, de un gran líder espiritual.

Puestas así las cosas, a los feligreses revueltos de Zas le quedan tres opciones. Una de ellas es entrar por aro de Severo Lobato, que tiene el respaldo de la jerarquía, y gozar de todos los bienes de la Iglesia como hasta ahora. O sea, el rebaño dentro del redil, en el que, no deben engañarse, quien manda es el párroco. Es lo que tiene formar parte de una organización: tiene sus normas. La otra, y a no ser que den un salto en su discurso y objetivos, es continuar con su secesionismo, ajenos a los reconocimientos de la institución católica, apostólica y romana o, lo que es lo mismo, permanecer en la anécdota. Nadie podrá decirle nada porque recen a quien tengan a bien. Y la tercera es hacer uso del artículo 16 de la Constitución, que consagra la libertad en materia de religión, y obviar a Severo Lobato y a su organización y ocupar los domingos por la mañana en ir a pasear, hacer deporte, ver exposiciones o emplear su tiempo en otras muchas opciones que da la vida.