Los vecinos del lugar de A Lousa (Cerceda) y, en especial, los que tienen ganado no ganan para disgustos. A la polémica que mantienen con los responsables de la central térmica de Meirama por las emisiones a la atmósfera del complejo que manchan sus viviendas y cultivos se les ha sumado un nuevo motivo de preocupación, aunque de índole muy diferente. El problema, en este caso, es la presencia de lobos en los montes de la zona y las incursiones que realizan en las proximidades de los núcleos habitados en busca de comida.
La última de estas visitas tuvo lugar la pasada madrugada, cuando uno o más animales se acercaron hasta la vivienda de Dolores Prego y mataron tres ovejas y un carnero que se encontraban en una finca próxima. La propietaria fue quien descubrió los hechos a primera hora de la mañana: «Unha das ovellas, que estaba preñada e tiña que parir nestes días, estaba devorada case de todo. A outra e ao carneiro faltábanlle trozos de carne xunto ás patas de diante, e a terceira ovella estaba morta tamén, aínda que non se lle vían marcas», explicó ayer la afectada. Este hecho es similar al que sufrió la misma vecina a mediados del mes de febrero. En aquella ocasión, los lobos mataron tres ovejas y un carnero.
Aumento de los ataques
Dolores Prego explicó que no ha visto ningún lobo por la zona, pero que, a tenor de los daños sufridos en el último ataque, cree que podría tratarse de una manada y no de un único ejemplar: «Non creo que un só lobo comese tanto», apuntó ayer.
También manifestó que la actividad de los lobos ha aumentado en las últimas fechas y apuntó que unos parientes suyos que viven en la misma parroquia han sido víctimas de otro ataque. «Foi hai quince días mesmo ao lado da central térmica. Matou unha ovella e feriu outra, Ademais, foi a pleno día», narró.
Estos incidentes confirman las estadísticas de la Consellería de Medio Ambiente que sitúan a Cerceda entre los ocho municipios más afectados por la acción de los lobos. En esta relación también figuran Carballo y A Laracha, aunque desde la Xunta descartan la existencia de una población estable de estos animales en la zona y achacan estos sucesos a las incursiones de manadas procedentes de los montes limítrofes.