A mi hermano del alma

La Voz

CARBALLO

IN MEMORIAM | O |

10 ene 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

DESDE LO más profundo de mi corazón, sin ambición literaria ni de reconocimiento alguno, me gustaría rendirle un cálido y sincero homenaje a mi hermano Diego, que aquel 21 de diciembre, en vísperas de Navidad, se murió, dejando nuestros corazones a merced del dolor más cruel en esta vida, la pérdida de un ser querido. Ese día, en el que nos despedimos de mi hermano, parte de nosotros se fue con él para siempre. Diego era un niño muy especial en todos los sentidos. Pese a su corta edad poseía un don increíble, y era el de llegar al corazón de la gente, no importaba que fueran niños o gente mayor, no hacía ningún tipo de diferencia. Cariñoso, simpático, amigo de sus amigos, le encantaban Malpica y sus gentes, adoraba a su familia, pero, sobre todas las cosas de este mundo, quería a su madre. Cada vez que la miraba o hablaba de ella sus ojos brillaban, signo de aquella relación de ternura que se tenían el uno al otro. A su paso también dejó tanto y tanto amor, y tantos recuerdos buenos que son los que nos dan aliento en los momentos difíciles y que nos ayudan a salir adelante. Los porqués a nuestras preguntas sólo las sabe él y si hay algo más grande que esto algún día nos las podrá contestar. La herida todavía está abierta, abierta por completo, y sólo el tiempo la puede curar, aunque nunca del todo. Mientras tanto, sólo nos queda nuestro tesoro más preciado, su recuerdo. Dicen que la gente que es recordada nunca se muere; Diego siempre está presente en nuestras vidas en nuestro pensamiento y en nuestras oraciones. Diego, tú sigues vivo en los corazones de quienes te quisieron y de quien te quiere. De tu hermana Pamela.