Un pintor chileno se afinca en Cee

CARBALLO

Luis Guillermo Guerra realiza acuarelas por encargo, sobre todo barcos, para empresas de todo tipo Luis Guillermo Guerra Aguilera lleva un año afincado en Cee. Dice que se parece mucho al sur de su Chile natal. Con su pinceles ha recorrido medio mundo, pero él no es un pintor al uso. Lo suyo no son los retratos ni el arte moderno, sino las empresas, en especial las navieras, aunque también ha plasmado minas, ayuntamientos o farmacias. «Los armadores piden arte», asegura. Y son ellos los que le encargan que inmortalice sus buques en un lienzo. Ahora tiene Cee como base de operaciones; mañana, quién sabe.

28 jun 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Acaba de clausurar una exposición en la Escola Municipal de Música de Cee. La misma que compartió con los alumnos de los colegios de toda la comarca a los que enseñó a pintar durante el curso. Pronto parte para Mallorca a hacer un retrato de un barco de pasajeros. Por extraño que pueda parecer, sus pinceles se han enfrentado a cosas más curiosas, como plasmar una voladura en una mina de cobre en el desierto chileno de Atacama. Su historia arranca de las aulas de la Facultad de Diseño Gráfico en Santiago de Chile hace más de veinte años. Por entonces, Luis Guillermo se marchaba en tren hasta el mar y allí dibujaba puertos, mercantes o playas. Comenzó ilustrando libros, pero lo suyo eran las acuarelas y el mar: «Mi inspiración es la orilla», asegura. Así que comenzó a pintar buques y a vendérselos a los armadores chilenos, hasta que no quedaron armadores sin cuadros, y entonces se fue a otra zona. «El armador pide arte -dice-, coleccionan cosas como barómetros, y también les gustan los cuadros. Eso sí, no los de naufragios». Acabó con los mercantes y se pasó a las empresas pesqueras, y cuando estas se acabaron, se fue a por la minería chilena, y cuando se agotó el tema, hizo las maletas y se plantó en Argentina durante cuatro años: además de barcos, pasaron al lienzo viñedos y paisajes agrarios. «Hay gente que me define como un pintor industrial», dice. A él no le preocupa la etiqueta. El salto siguiente fue Madrid, desde donde pintaba barcos en las islas y en Levante, hasta que llegó a Cee el año pasado. Dice que esta comarca es parecida al sur de Chile y está cómodo en ella. Por ahora se queda.