Alfonso Novo: El hombre que lo apostó todo a su afición y ganó

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

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cedida

Con casi 40 años se convirtió en fotógrafo profesional y acaba de recibir un premio a nivel estatal

10 mar 2019 . Actualizado a las 08:51 h.

La juventud suele ser la etapa en la que se define el camino profesional de una persona. Pero, a veces, la tendencia se rompe. Alfonso Novo (Ribeira, 1971) es un buen ejemplo. Estaba cerca de soplar las 40 velas cuando decidió jugárselo todo a la carta de la que hasta entonces era su afición, la fotografía. Ganó la partida, por lo menos de momento, puesto que es socio de un importante estudio de la ciudad coruñesa, en la que reside desde hace años, y acaba de recibir un premio, un galardón que puede compararse a un Goya por la relevancia que tiene en el sector a nivel estatal.

Cuando en el 2011, Alfonso Novo decidió darle un giro radical a su vida, tiró del gusto por la imagen que corría por sus venas desde niño. Su padre ya era un gran apasionado de la fotografía y él había desarrollado esa afición en el ámbito personal, llegando incluso a montar una exposición, que por cierto recaló en Ribeira, de su estancia de dos años en China, donde vivió por motivos laborales cuando trabajaba en una empresa de intermediación.

Fue de esa experiencia adquirida en un mundo en el que se formó de forma autodidacta, de la que echó mano hace ocho años. La completó con un año dedicado en exclusiva a la formación: «Participé en algún taller, pero me pasé los días y las noches leyendo, analizando imágenes y viendo lo que estaba bien y lo que era susceptible de cambio, los aspectos que había que mejorar».

Salto definitivo

Alfonso Novo dio el gran salto en el 2012, montando un pequeño estudio en A Coruña que, un año después, ya tenía gran aceptación. De hecho, en el 2013, el ribeirense se aliaba con Kake Regueira y Pepe Faraldo, dos profesionales reconocidos a nivel internacional, para montar Emovere: «Es una palabra que viene del latín y significa emoción. Eso es precisamente lo que buscamos en las fotos, que cuenten momentos, que transmitan sentimientos».

Reportajes de bodas, fotos de estudio, catálogos para diferentes empresas... nada se resiste ya a la cámara de Novo, que ha viajado por medio mundo y hace solo unos meses ha estado en la India para inmortalizar un enlace matrimonial. Desde la sociedad a la que pertenece desarrolla también las facetas de profesor, puesto que la firma imparte cursos tanto en España como en el extranjero, y comercial, ejerciendo de embajador para marcas como Olympus o Hasselblad, que es la cámara con mayor prestigio del mercado hoy en día.

Su vertiginosa trayectoria ascendente y los ánimos recibidos de sus compañeros llevaron a Alfonso Novo a lanzarse al mundo de los concursos. Seleccionó aquellas que pensaba que eran sus mejores instantáneas y probó suerte en el certamen convocado por la Federación Española de Fotógrafos Profesionales. Antes de conocer la decisión del jurado, en la que acabó figurando como vencedor de la categoría de reportaje, la misma federación escogió uno de sus trabajos para concurrir al World Photographic Cup, un concurso internacional que se fallará el 8 de abril en Noruega.

En ambos casos, la felicidad es doble, puesto que ganó el Goya de la fotografía y fue seleccionado para el mundial con una instantánea de un momento del parto de su mujer: «Recibí además la noticia de la elección para el World Cup el mismo día que mi hijo cumplía un año». A mayores, el ribeirense aspira también a hacerse con un galardón en el certamen europeo: «Concurría con varias fotos e hicieron pública la lista de seleccionados, pero no las imágenes».

Sueña con la guerra

Teniendo en cuenta la trayectoria, Alfonso Novo no se arrepiente en absoluto de la decisión tomada hace ocho años: «Bajo ningún concepto soñaba entonces con llegar aquí. De hecho, al principio enviaba mis trabajos a los que hoy son mis compañeros y me hablaban de errores que yo no llegaba a ver». Alcanzado el gran nivel en el que se encuentra, el ribeirense no se pone metas, aunque reconoce que tiene un sueño por cumplir: «Si no tuviese hijos no estaría aquí, me hubiese ido a fotografiar el mayor de los conflictos bélicos, porque lo que me gusta en documentar la realidad».

No descarta dar el paso. Mientras, se conforma con conseguir que sus fotografías cuenten hermosas historias: «Quiero reflejar momentos y emociones, buscando siempre el lado más bello de las personas».