Nada o casi nada es igual desde que el famoso bicho que vino de China se llevó el papel principal de la película y trastocó los planes de todo el mundo. Este verano la comarca ha sido testigo de que las vacaciones también han cambiado para muchos y, aquellos que antes elegían complejos hoteleros masificados, ahora apuestan por el turismo de autocaravana: meter a toda la familia en una pequeña casa rodante y llevártela a recorrer mundo con la libertad y tranquilidad de que no tienes horarios, no dependes de nadie, y tampoco debes compartir espacio con personas que, a lo mejor, se han contagiado y pueden convertir tu estancia en una auténtica pesadilla.
Aunque siempre han existido los autocaravanistas, en los últimos dos años se han multiplicado por mil, aunque lamentablemente siguen sin encontrar en Barbanza las instalaciones para que estos vehículos dispongan de todo tipo de servicios, una alternativa que sí se ofrece en otros concellos de Galicia y de España. Todos los ayuntamientos de la comarca han anunciado a bombo y plantillo que iban a habilitar grandes espacios para estas casas rodantes, pero lo cierto es que solo Boiro puede presumir de haberse adelantado y disponer de dos áreas públicas.
Ya han pasado dos años desde que llegó la pandemia y poco o nada se ha hecho para mejorar esta situación. Hay muchos vecinos que se quejan de que las autocaravanas invaden todo sin permiso, pero si queremos que los visitantes sigan viniendo, habrá que darle alguna alternativa para quedarse. Si no, es tan fácil como que cojan carretera y manta y busquen otro lugar donde los traten mejor.