El «canteiro» no debe morir

juan ordóñez buela DESDE FUERA

BARBANZA

29 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

H hombres con paciencia, buen gusto y fina vista. Así son los canteiros, los de ayer, los de hoy y suponemos que los de mañana, aunque seguramente podrán contar con más artilugios mecánicos que los de ahora. Desde los que labraron las piedras para la catedral de Santiago de Compostela hasta los que esculpieron capiteles, imágenes, columnas... transcurrió más de un milenio. El mismo amor a la piedra, el mismo amor al arte y ciencia invade el espíritu de nuestros más modernos albañiles con capacidad simultaneada en el manejo del ladrillo y el cemento. Se diversifica la técnica constructora, pero no creemos que muera la cantería. En mampostería o en fino, la piedra es un importante material de obras que a la consistencia une una nobleza que le es propia.

La generación de jubilados que ha levantado edificios a base de colocar oportunamente piedra sobre piedra verá con gozo que una profesión, un trabajo para ellos tan grato, encuentre seguidores entre el sector juvenil. Sus comienzos serán balbuceantes, la práctica los hará unos maestros. Según Pío Cabanillas, los mejores canteiros del mundo fueron gallegos de la provincia de Pontevedra y, sin embargo, es en la provincia coruñesa donde existen familias con el sobrenombre de canteiros.

Sin lugar a dudas, es el oficio más antiguo del mundo. Existen documentos y datos que se conocen en Galicia, de hace 6.500 años antes de Cristo, en los petroglifos de Xanza, al pie del monte Xiabre (provincia de Pontevedra). En tiempos pasados eran famosas las cuadrillas de canteiros de Araño (Rianxo). Creo que en la actualidad aún existen en menor escala. En realidad, el oficio de canteiro no debería desaparecer nunca.