Con el agua al cuello

Juan Ordóñez Buela

BARBANZA

09 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Ya sabemos las medidas con las que el Ejecutivo de Zapatero pretende controlar el déficit económico: la principal, el recorte de un 5% en los sueldos de los funcionarios. Es una medida que pretende enfrentar a la opinión pública con el colectivo de los funcionarios. El presidente del Gobierno quiere dar la impresión de que el colectivo de funcionarios son personas bien pagadas y con muy pocas exigencias. Dentro de los funcionarios, el abanico de sueldos es enorme. Hay decenas de miles de funcionarios y personal laboral mileuristas.

Además, elimina el cheque bebé, congela las pensiones y reduce las ayudas a las personas dependientes, elimina 1.200 millones de euros en transferencias a comunidades autónomas y ayuntamientos, baja la inversión estatal en 6.045 millones y reduce las ayudas al desarrollo en 600 millones. Zapatero, por tanto, destroza a regañadientes y obligado por la UE y hasta por Obama, la imagen que se había fabricado durante más de seis años, la del presidente de las clases menos favorecidas, de las generosas prestaciones sociales.

Ante estas medidas que perjudican brutalmente a muchos colectivos que están con el agua al cuello, ¿qué van a hacer los sindicatos?, ¿huelga a la vista?.

He leído con fascinación donde, en parte, quiere el Gobierno recortar los gastos para poder ahorrar unos eurillos que malamente se han disipado, por no decir malversado. Ya que la Guardia Civil va a reducir sus efectivos y va a dejar que la seguridad en las carreteras no sea tan efectiva. Podría pedir a sus altos cargos que vayan al trabajo usando el transporte público y que sus dietas se reduzcan a un mero menú del día de cinco euros y que se alojen en hoteles de tres estrellas en vez de cinco, y tendrán premio los que se hospeden en pensiones de poco pelo.

Zapatero ha hecho una enmienda en la práctica totalidad de su propia política y a la propaganda de su partido de los últimos años. Todos los estandartes que, hasta ahora, portaba altivo y desafiante, cayeron en lo poco que duró su primera intervención parlamentaria. Ya no podrá erigirse nunca más en paladín de lo social, diciendo que no recortará nunca los derechos sociales de los más débiles y desprotegidos, porque ya los ha recortado. Ya no podrá presumir de ser solidario «sobre todas las cosas», porque ha anunciado una rebaja sustancial de las ayudas al desarrollo. Ya no podrá, en definitiva, atacar a la oposición como acostumbraba, acusándola de ser insensible e insolidaria, pintándola como poco menos que el lobo feroz, porque él, Zapatero, y su partido, el PSOE, han preferido hacer recortes sociales a aceptar las propuestas del Partido Popular para rebajar el déficit, esto es, suprimir y fusionar ministerios, eliminar parte de la caterva de altos cargos y asesores o reducir el dinero destinado a financiar a los partidos políticos y centrales sindicales y empresariales.

Solo una huelga general, con manifestaciones masivas, enseñará los dientes a aquellos que nos quieren seguir dominando con sus engaños. Que estamos todos con el agua al cuello.