Escondida en la sierra de Barbanza y con unos accesos complicados, la aldea de Xestas, perteneciente a la parroquia sonense de Queiruga, ha pasado desapercibida durante todos estos años para buena parte de los habitantes de la comarca. En cambio, sí se han depositado en ella las miradas y el interés de personas preocupadas por la ecología, como los integrantes de la Red Permacultura Ibérica, que aglutina a agentes sociales de España y Portugal que participan en proyectos y estudios relacionados con el desarrollo medioambiental sostenible.
Algunos de ellos se desplazarán este fin de semana al término sonense para asistir a un encuentro en el que analizarán las potencialidades de Xestas como núcleo referente de lo que se debe hacer en materia de conservación de la naturaleza, sin renunciar al progreso y a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías.
El alcalde de la localidad, Manuel Tomé Piñeiro, dio cuenta ayer de la historia de esa singular ecoaldea . Por lo que contó, Xestas estaba llamada a ser engullida por el olvido y el abandono, y a que la maleza y los eucaliptos hicieran sombra sobre su particular encanto.
Adquisición
La situación tornó cuando Mario Liñares, que falleció hace unos años, compró las construcciones que conforman ese lugar y que no llegan a una decena, entre viviendas, alpendres y otras edificaciones. A partir de 1973, volcó sus esfuerzos en recuperar el paisaje de ese entorno y restauró alguno de esos inmuebles que, hoy en día, son propiedad de su familia.
El espacio que ha suscitado el interés del movimiento ecologista abarca una extensión aproximada de cinco hectáreas y está conformado por un bosque de árboles autóctonos, frutales, una zona de huerta y dos estanques que no son naturales, sino que han sido habilitados de forma artificial, pero con elementos respetuosos con el medio, y que se abastecen del agua que le proporciona un manantial.
La cara más moderna de Xestas la encarnan unos paneles fotovoltaicos, que son los que permiten que la vivienda principal del conjunto arquitectónico disponga de electricidad y calefacción.
Sin embargo, todavía le queda mucho camino que recorrer al proyecto de transformación de este bello rincón de la sierra de Barbanza en un verdadero prototipo de desarrollo sostenible que pueda servir de modelo de inspiración para otras actuaciones a ejecutar en España, Portugal u otros países del mundo.
Fórmulas
El mandatario sonense, Manuel Tomé Piñeiro, explicó que la idea en la que trabajan en la actualidad pasa por constituir una fundación, patronato u órgano similar que permita continuar avanzando en las medidas impulsadas hasta la fecha para potenciar la singularidad de ese núcleo rural de población.
En esa entidad, el regidor apuesta por que se impliquen los propietarios de Xestas, como es lógico; el Ayuntamiento sonense y otras instituciones.
A partir de ahí, lo que se pretende, además de completar la rehabilitación de la aldea, es organizar en ella iniciativas de educación ambiental, investigación y promoción de la ecología y la sostenibilidad.
A bote pronto, esta localidad de Porto do Son ya ha propiciado que se vayan a celebrar este fin de semana unas jornadas que harán que se acerquen hasta la sierra de Barbanza personas interesadas en fomentar una cultura ecologista.