Los tripulantes del yate galo «Herius IV» fueron rescatados tras un accidente fortuito en Corrubedo
BARBANZA
El casco del velero quedó partido en dos mitades después de que un pesquero colisionase con él cuando navegaba rumbo a Baiona Su ropa, documentación, tarjetas de crédito y teléfonos yacen a cien metros de profundidad en la ría de Arousa, pero ellos, tres marinos franceses y dos portugueses, están sanos y salvos. Navegaban rumbo a Baiona cuando un accidente fortuito partió su velero en dos mitades. El siniestro, que se saldó con un pequeño susto y un cambio de planes en el programa vacacional, se produjo hacia las dos y media de la madrugada a la altura de Corrubedo. El yate galo «Herius IV» surcaba aguas ribeirenses cuando el arrastrero ribeirense «Río Galdiz» colisionó con la embarcación de recreo. Los propios pescadores auxiliaron a la tripulación.
19 abr 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Marie Odile y Philipe Reiter, Bernard Levrat, Jorge Filipe y Paulo Serra parten hoy hacia Lisboa después de una inesperada estancia de dos noches y un día en Ribeira. El yate había zarpado del puerto francés de Noirmontier el pasado día 12 y arribado al puerto de A Coruña el 14. En la ciudad herculina embarcaron los ciudadanos lusos Jorge Filpie y Paulo Serra. Los cinco navegantes se proponían hacer escala en Baiona y Lisboa, pero una colisión que ellos mismos califican de «fortuita» les ha obligado a sustituir el medio de transporte náutico por uno terrestre. Los náufragos no escatiman elogios hacia la tripulación del Río Galdiz cuando relatan lo sucedido. Todo se debió, explican, a una maniobra del pesquero que, accidentalmente, chocó contra el Herius IV, de 11,87 metros de eslora. Al instante, dicen, los marineros lanzaron un bote salvavidas e iniciaron el rescate de las víctimas. El oleaje dificultó la operación y hubo que extremar las precauciones para impedir que se hiciesen daño al subir a la embarcación que, cuando se produjo el incidente, se dirigía a una zona de pesca. Sin ropa y ateridos de frío por un chapuzón imprevisto, la tripulación del velero francés tomó en el Río Galdiz un café caliente y recibió unas prendas de ropa con las que poder abrigarse y salir a la calle para prestar declaración en la capitanía de puerto. Menos suerte parecen haber tenido con sus respectivos consulados que, según cuentan, tras numerosas llamadas de teléfono no han conseguido resolverles el problema de su documentación, que ahora es uno de los muchos pecios de la ría de Arousa.