De sede del poder municipal a ruina en tan solo dos años

Rosa Estévez
rosa estévez CATOIRA / LA VOZ

CATOIRA

En enero de 2018 la vida política dejó de tener por escenario el edificio que, ahora, aparece comido por el olvido y las goteras

02 ene 2020 . Actualizado a las 07:52 h.

Fue, durante muchos años, el centro neurálgico de Catoira, el lugar desde el que se pilotaban los destinos de la villa vikinga. Pero en febrero de 2018, el edificio encarnado que daba nombre a la Avenida do Concello quedó vacío. La localidad que despide al río Ulla se había dotado de un nuevo consistorio: un flamante edificio que, un puñado de metros más abajo, sorprendía -y aún sorprende- por su magnificencia. La mudanza al nuevo inmueble llevó su tiempo pero, con su remate, las puertas del viejo inmueble se cerraron y el silencio se extendió por todas sus habitaciones. Como en el cuento, todo acabó por cubrirse de una capa de abandono que ha adquirido, en apenas dos años, tintes realmente desoladores. Así lo reconoce el gobierno de Catoira, presidido por el nacionalista Xoán Castaño.

El equipo que dirige ahora el municipio tenía pensado reconvertir el viejo edificio municipal en un centro destinado a albergar el tejido asociativo de Catoira. El inmueble parecía la opción ideal para habilitar locales para todas las entidades sociales y culturales con presencia en la villa, y no se descartaba incluso crear salas de ensayo para dar rienda suelta a la creatividad musical de los jóvenes de la localidad. «Pero tal e como está non vai ser posible facer todo o que tiñamos pensado, porque hai zonas que están completamente inutilizadas», reconoce el alcalde Xoán Castaño. Para afrontar la obra que el edificio necesita para volver a ser funcional sería necesaria una cantidad de dinero de la que el ayuntamiento no dispone. «Non nos explicamos como se deixou ir isto desta maneira», se lamenta el nuevo regidor, que busca el origen de esta ruina municipal en la gestión del anterior alcalde.

El estado del viejo consistorio es, apunta, casi un símbolo de los años de gobierno de García: este impulsó la construcción de un imponente Concello-Auditorio «no que xa caeu o falso teito e no que entra a auga», dejando atrás otra instalación a la que le hacía falta un «mantemento básico». Sin él, el deterioro se ha acelerado hasta lo indecible. «Arranxalo tal e como está vai saír bastante máis caro do que tería costado se se fixeran as cousas con responsabilidade», dice Castaño.

Un rastro de abandono

Y es que las huellas del abandono asoman en las paredes descarnadas, en los techos abiertos por los que corre el agua. En el viejo salón de plenos nadie se ha molestado por borrar las huellas del pequeño incendio que a principios de noviembre del 2018 se declaró en un calefactor y afectó, además de a la pared, a varias sillas allí situadas. Las marcas del fuego siguen allí, intactas. Sobre el suelo del salón noble, donde antes se sentaba el público que seguía las sesiones, un charco desvela la existencia de goteras. Y en la zona en la que antaño se ubicaba la alcaldía, el deterioro es rotundo. Por todos lados asoman muebles desvencijados -incluso algunos colchones- y carpetas con documentos que nadie se llevó del viejo consistorio.