La discoteca cambadesa abrirá por última vez el próximo sábado, día 29, para ponerse en alquiler o en venta
22 abr 2017 . Actualizado a las 13:15 h.Si uno quiere acercarse a bailar a la discoteca Zao le quedan pocas oportunidades. Referente de la noche cambadesa del final de los años ochenta y los noventa, el local echará el cierre el próximo sábado 29. Tan pronto la música se apague, no volverá a encenderse. Al menos, bajo la orden de los hermanos Daporta. Solo le queda una posibilidad, que alguien decida continuar con un legado de 33 años de historia. «La verdad es que me gustaría que alguien lo mantuviese», señala Moncho Daporta, que ha decido que es el momento de pasar página y jubilarse.
«Dos de mis hermanos ya están retirados. Quedamos Pepe y yo, que, con 59 años, soy el más joven. Creo que es el momento de decir adiós y dedicarme a mí», explica. Sobre la posibilidad de que alguien se haga cargo de la discoteca a la que ha dedicado media vida, indica que no tiene todavía ninguna oferta. Aunque el cartel de «se alquila» o «se vende» no colgará del local hasta que se vacíe por última vez, Moncho Daporta acudió recientemente a un par de inmobiliarias para que le busquen futuro propietario.
Si bien es pronto para saber si alguien estará dispuesto a mantener el negocio, lo que está claro es que la decisión es firme. «Llevo dándole vueltas desde el año pasado y estoy convencido de que es el momento de dejarlo y aprovechar para pasar más tiempo con mi mujer, la decisión está tomando indiferentemente de sí se le quiere dar ese uso al local o cualquier otro», asegura. Hasta la llegada de ese día, Zao seguirán abriendo con normalidad para animar las noches de Cambados. Pero, la cuenta atrás ya está en marcha.
Una referencia
A pesar de que venían de una familia de depuradores y no tenían ni idea de los negocios de hostelería y espectáculo, la apuesta de los hermanos Daporta se convirtió enseguida en un éxito. Transcurría el año 1984 y la noche cambadesa era de Beylu. A pesar de ello, mientras que la primer sucumbía, Zao fue capaz de movilizar hasta el centro a las personas que inicialmente acudían hasta Corvillón. A sus alrededor fueron instalándose una multitud de pubs que hicieron de Cambados una parada obligatoria para los amantes de la noche.
Con el paso del tiempo, el negocio dejó de ser lo que era. Muchas grandes salas cerraron y otras, como Zalo, aguantaron el tipo. No significa eso que el transcurso de los años y la crisis no hicieran mella en ella. Hubo que apretarse el cinturón y hacer cambios, como la última reforma para modernizarse. Pese a todo, siguieron fieles a la máxima de cobrar por la entrada. Se despedirán con la variedad de precios que mantienen desde hace un tiempo: desde los tres euros hasta los diez, incluyendo esta última entrada tres copas.
«Mi sensación es que la gente es maravillosa». Con su clientela, con la más fiel, es con lo que se queda Moncho Daporta de Zao.