
En cinco años, la oferta hotelera se mantiene, pero los apartamentos se multiplican por 50
02 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Hace cinco años, entré en la página de alojamientos turísticos Booking para reservar una habitación en Vilagarcía y la oferta era exigua: cinco hoteles, tres hostales, una posada y una docena de viviendas turísticas. Diez minutos antes de empezar a escribir este Callejón del Viento, he buscado habitación en Vilagarcía y Booking me ofrece cinco hoteles, dos hostales, una posada y ¡134 viviendas turísticas!
Tras este dato, sobra el resto del artículo. El problema de la vivienda en Vilagarcía está resumido en estas cifras. Y eso que faltarían 300 pisos turísticos particulares que no aparecen en las webs de reservas viajeras. Que en cinco años la oferta hotelera no haya aumentado de manera perceptible, pero la de apartamentos se haya multiplicado prácticamente por 50, explica con claridad la situación.
Sin embargo, se puede escribir más sobre el tema y buscar más síntomas e incluso hacer algo de historia. He aquí un síntoma: esta semana, La Voz de Arousa contaba que una empresa constructora de Santiago había vendido, ya el pasado mes de octubre, los 50 pisos de su promoción de viviendas en A Escardia sin haber comenzado aún las obras. El gerente de la promotora realizaba unas declaraciones significativas: «É a primeira vez que facemos un edificio en Vilagarcía e non contabamos con ir tan rápido. Pero temos un nome, e comprou sobre todo xente que xa nos comprara pisos noutros lados e coñecidos deles». Es decir, gente que ya había comprado pisos en otras ciudades, inversores que entienden que Vilagarcía tiene un gran futuro tanto turístico como de vecinos temporales que animarán el mercado del alquiler. En vista del éxito, la promotora está estudiando varios solares en el centro de Vilagarcía. Seguro que venden todo lo que construyan.
Hay otro dato que nos deja la semana relacionado con el problema de la vivienda: es la oferta de habitaciones de alquiler, cuyo impulso en la comarca nos contaba Pablo Penedo en estas páginas. Se trata de un mercado muy de la posguerra: parejas que se iban a vivir a Madrid y alquilaban una habitación con derecho a cocina en un barrio periférico. En este caso son viviendas vilagarcianas, un total de 22, donde se alquilan habitaciones.
Este microarrendamiento es nuevo en la comarca. Empezó tímidamente hace año y medio, pero crece porque, como apuntaba Juan Carlos Elvira, gerente de la inmobiliaria vilagarciana Cortegada, «la gente está muy desesperada y se agarra a lo que haya. No hay mucha oferta de pisos y los alquileres para todo el año disponibles duran horas, no días, sino horas».
José Ponte, de Inmobiliaria Mirabén, incidía en el problema de la vivienda en la comarca, «pero en Vilagarcía, máis. Todo o mundo quere ir a Vilagarcía, porque ten todo: servizos, praia, tren…». Servicios, playa, comodidad, accesibilidad, peatonalización, tren… Los vilagarcianos de toda la vida, acostumbrados a estas ventajas, no las valoran lo suficiente, pero a los forasteros les asombra. El teletrabajo te permite vivir donde quieras. Cada vez se dan más casos de búsqueda de lugar de residencia atendiendo a parámetros objetivos: clima, comunicaciones, naturaleza, servicios… En ese punto, Vilagarcía compite y detalles que pueden parecer nimios, como ese tren Avlo que ha empezado a unir Vilagarcía con Madrid en menos de cuatro horas a un precio competitivo, son fundamentales. Esa combinación permitiría a un teletrabajador estar casi nueve horas en la capital el próximo miércoles, asistiendo a sus reuniones semanales, y regresar a tiempo para cenar por 63 euros.
Con estos datos, el panorama se torna complicado y parece como si viajáramos en el tiempo 40 años atrás, cuando la situación era mucho peor. Entonces, en Vilagarcía solo había dos hostales o pensiones con cierta calidad: Carballinés y Cortegada, bien entendido que las habitaciones, al menos las que ocupé en mis primeros viajes a la ciudad, tenían baño compartido. Comprarse una vivienda en aquel entonces era una quimera porque había menos pisos en venta que actualmente y las hipotecas rondaban el 20% de interés. La solución era alquilar, pero tampoco en ese punto la cosa era sencilla.
Los pisos para todo el año se llevaban un tercio del sueldo de un profesor. Solo optando por un apartamento playero de septiembre a junio se conseguía un precio razonable. Los primeros pisos posibles, aunque con las hipotecas aún altas, fueron los de O Piñeiriño o As Pistas, hoy considerado, con una expresión muy portuguesa, «O mellor barrio do mundo», pero que entonces eran un par de edificios en tierra de nadie.
Fue en los años 90 cuando el bum inmobiliario llegó a Vilagarcía. Empezó a construirse en cuanto solar estaba libre y, sobre todo, los bancos y las cajas te daban las hipotecas con tanta alegría y tanta generosidad que resultaba más complicado comprar un coche que un dúplex. Nunca se había disfrutado de tanta facilidad para acceder a la vivienda, pero ya conocen el resultado: una crisis económica tremenda que nos ha marcado y de la que aún no nos hemos recuperado completamente.
Volvamos al presente. La construcción de viviendas renace en Vilagarcía y los intereses de las hipotecas están bajando, pero ahora hay un problema nuevo: al olor del turismo, no se compra para habitar, se compra para alquilar y la burbuja se hincha, se hincha, se hincha…