Sara Gómez: la estrella que dice adiós al baloncesto porque se le ha quedado pequeño

AROUSA

El bajón del nivel de la liga y de su propio equipo, el Cortegada, ha dejado sin motivación a quien se declara una «privilegiada» por lo que ha recibido de su deporte

18 may 2023 . Actualizado a las 21:21 h.

«Ya el verano pasado me lo pensé mucho. Desde que empecé la temporada en septiembre sabía que iba a la última. En las últimas temporadas el nivel de la liga es bastante flojo y en el equipo bajó también mucho, y yo soy una persona que necesita objetivos, estar motivada. Son varios años así, y mentalmente estoy agotada». Sara Gómez Ferreirós (Vilagarcía de Arousa, 1986) cumplirá el próximo 1 de agosto 37 años, pero aún a pesar del fuerte dolor en un pie que la mantiene sin jugar desde hace mes y medio, aclara que ni mucho menos es un problema que le fuese a impedir volver a vestir la camiseta del Cortegada al final del próximo verano: «El pie es descanso y sé que en septiembre estaría de nuevo al cien por cien. Pero cuando la cabeza no está al cien por cien, el cuerpo no responde al cien por cien. Y cuando vas a salir sin motivación, es mejor dejarlo».

Una vida entera en el baloncesto, su condición de mejor jugadora del deporte de la canasta de la historia en Arousa y un currículo al alcance de pocas baloncestistas españolas permiten a Sara Gómez, la gran capitana del Cortegada en su larga travesía por el desierto de la Liga Femenina 2, despedirse hablando sin tapujos. Pero sobre todo, con muy buenas palabras. Y es que, si tiene que resumir sus dos décadas en la élite, no lo duda: «Soy una privilegiada. Estuve jugando en el club de mi pueblo en la máxima categoría y, cuando volví por un problema en la espalda, el club estaba en la segunda y pude jugar otra vez en él, porque de seguir arriba no podría. Es como si el equipo se adaptase a mí para que pudiese jugar en casa, junto a mi gente, y a estos niveles, no todo el mundo puede disfrutar de algo así. Ahora empieza la realidad. Ahora dejo de ser una privilegiada».

Sin duda, será una fase complicada para quien, con 15 años, se estrenó como internacional española, con 16 debutó en Liga Femenina, y con 37 se retirará, este sábado al término del último partido de la LF2 2022/23, tras 18 temporadas militando en el baloncesto profesional español y europeo. No obstante, son tantos y, salvo excepciones, tan buenos y felices los recuerdos, que la escolta no tardará en poder compartirlos como un tesoro con su hija Candela, con la que en febrero celebró sus tres años, y con toda su gente; la de su hogar, y la de casa Cortegada.

La chapa a Lidia Gesteira

«Debuté con 16 años con el primer equipo. Creo que fue contra el Perfumerías Avenida de Salamanca, en casa, con Jordi Fernández. Recuerdo que lo disfruté. Tengo el recuerdo de hacer 11 puntos y de haberle metido una chapa a Lidia Gesteira». Con 17 años, cuenta Sara Gómez, «jugaba los partidos de casa» y ya participaba en todos los entrenamientos del primer equipo: «Jordi —Fernández— me recogía y me llevaba a casa. Me tenía unos caramelos de café siempre en el coche, porque sabía que me gustaban. Tenía muchísima confianza en mí y yo en él», dice con cariño. Fueron años en los que se mezclaba la apuesta por ella del cuerpo técnico del club y de las categorías inferiores de la Federación Española de Baloncesto, con las que jugó dos Europeos y otros tantos Mundiales, colgándose la plata sub 18 en Bratislava. Eso, después de haber superado, confiesa, lo que parece un calvario: «El primer año con la selección fue horrible. Empecé a ir siendo sub 16. Era un mes de concentración, en Lugo. Solo se entrenaba, yo no conocía a nadie y no paraba de llorar; encima era verano, con las amigas en la playa». Por suerte, relata Sara Gómez, «después llegaban los torneos, y los disfrutaba»; y al poco tiempo, las amistades en las concentraciones, sobre todo, las que forjó con Anna Cruz y Blanca Marcos.

 Al talento, la competitividad y el alto grado de compromiso, en Sara Gómez se unió desde siempre una madurez inusual, que superó la prueba de fuego nada más desembarcar en el primer equipo como jugadora de pleno derecho. En la temporada 2004/05 el Cortegada acabó descendiendo: «Tenía 18 años y fue durísimo. Si tengo que recordar mi peor momento, fue ese, el del descenso. Fue un año feo. Yo era una niña aún, y no me enteraba de mucho». Ese verano, internacional como era, «tuve ofertas para irme», explica la arousana, «pero yo quería ascender y poder seguir en la máxima categoría en mi casa». Y acertó de lleno. El Cortegada ganó la LF2 de calle, y Sara Gómez fue reconocida como jugadora más valiosa en la fase de ascenso, un trofeo que, declara: «Guardo con mucho cariño».

«Play-offs», Copa, Eurocup

Después. Pues después llegaron «años muy buenos», con participaciones en los play-offs por el título de la Liga Femenina, en la Copa de la Reina y dos años en la Eurocup. Una experiencia esta última cuyo sobreesfuerzo económico acabó con los huesos del Cortegada en la LF2 y con Sara Gómez viéndose obligada a coger las maletas: «Muy a mi pesar, me tuve que ir, porque yo quería seguir jugando en Primera». Fueron tres cursos en el Celta, uno en Pamplona (Obenasa Navarra) y un quinto en La Seu, con recuerdo especial para los cuatro primeros, sobre todo por el cariño que recibió en Pamplona durante el durísimo año que le tocó vivir por la muerte de su padre. 

Tras descubrir en La Seu tres hernias discales que llevaron a un traumatólogo a decirle que debía dejar el baloncesto, Sara Gómez volvió en el verano del 2014 al Cortegada, jugando otras ocho temporadas en LF2, acariciando un ascenso en León que, reconoce, «al final fastidiamos», y volviendo a competir a pleno rendimiento sin dolor a los tres o cuatro años de su regreso gracias al, agradece, buen hacer del preparador físico Sergio Rey, consolidada como una estrella en una categoría que siempre le vino pequeña.

Preguntamos a Sara Gómez si este sábado forzará para despedirse en la pista de Fontecarmoa. Su contestación refleja quién es y cómo será recordada: «Podría jugar, pero llevo mes y medio parada, y si no voy a disfrutarlo, prefiero no jugar. No lo necesito. Me quedo con lo que he disfrutado».

«Una americana, una australiana, una lituana, una bielorrusa y ahí estaba yo, en Europa en el mejor Cortegada de la historia»

Son muchas las razones que atesora Sara Gómez en sus dos décadas en el baloncesto profesional para sentirse orgullosa. Pero la que más le llena de satisfacción es haber formado parte del breve pero prestigioso paso del Cortegada por Europa. «Fueron dos años muy duros. Jugábamos miércoles, sábado, miércoles, sábado... Pero muy chulos a la vez. Una americana (Kiesha Brown), una australiana (Jo Hill), una lituana (Agne Ciudariene), una bielorrusa (Marina Kress) y yo en el quinteto. Entonces lo veía como, bueno, pero ahora lo piensas y dices ‘Ahí estaba yo, una de Guillán en medio de esas jugadoras’. Mal no lo debía hacer», dice Sara sobre el primer año en la Eurocup, y no lo duda: «Era un equipazo, el mejor equipo que tuvo el Cortegada en su historia».

Tras vivir del baloncesto hasta hoy, titulada en sendos ciclos superiores de Animación Físico Deportiva, de Baloncesto y de Educación Infantil, el próximo reto de Sara es preparar unas oposiciones para ejercer de profesora infantil y cumplir otro sueño: «Dedicarme a lo que más me gusta, los niños».