Chucho en el Atlantic Fest: un perro viejo, sí, pero con colmillos afilados

CARLOS CRESPO VILAGARCÍA

AROUSA

MONICA IRAGO

Fernando Alfaro quizá no pueda roer los huesos como antaño pero se resiste a no intentarlo

21 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Año 2000. Pabellón (atronador) de Fontecarmoa, en Vilagarcía. Comenzaba la fiebre de los festivales. Esa que mira a dónde nos ha llevado. Toño Caneda y Susana Laya, hasta entonces responsables de Vibraciones Pop, una publicación de referencia de la incipiente escena indie, se inventan uno. Festival do Norte lo llaman. Y van y en su primera edición convocan, entre otros, a Molotov, Los Enemigos, Los Planetas, la Elephant Band (de un imberbe Xoel)... y Chucho, el grupo que había formado Fernando Alfaro tras la disolución de Surfin’ Bichos, otra referencia esencial del indie patrio primigenio.

Año 2021. Pinar (plácido) de la playa de A Concha, en Vilagarcía. La música en directo comienza a recuperarse tras la pandemia. Esa que mira a dónde nos ha llevado. Toño Caneda y Susana Laya, que hasta entonces organizaban el Atlantic Fest en A Illa, retornan con el festival a Vilagarcía. Y van y en su primera edición tras la vuelta a casa convocan, entre otros, a Lori Meyers, Sidonie, León Benavente, Dorian, Depedro, Zahara... y Chucho, aquel mismo grupo de Fernando Alfaro que había formado parte del histórico cartel del primer FDN.

Evidentemente, ni el músico ni muchos de los que el lunes estábamos allí nos parecíamos en nada a aquellos del año 2000. Pero las que sí seguían siendo las mismas eran las canciones. El gran aval que siempre ha presentado Chucho y que ha llevado a la banda a sobrevivir tras dos turbulentas décadas.

Fernando Alfaro es un perro viejo que no ha perdido el olfato ni el sentido de la orientación. Y bien que lo demostró sobre el escenario del Atlantic. Quizá no pueda roer los huesos como antaño pero se resiste a no intentarlo. Y afila los colmillos y las guitarras. Y suena poderoso y melódico a la vez. Imponente y emocionante. Y sincero, muy sincero. «Esto es lo que hay», vino a decir. Y pocos lo hacen mejor que él. Aunque hoy quizá nos resulte ajeno el estribillo de Magic, ese «lo mejor de nuestra vida aún está por ocurrir». Suena a quimera, sí, pero sonó fantástico.