Cómo se mueve el dinero entre bambalinas

La Voz

AROUSA

11 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El mercado musical, acuciado por la crisis de soportes y las descargas ilegales, se centra ahora en la plusvalía del directo, el concierto en vivo. Algo que -todavía- no se puede piratear. La industria discográfica está pagando su acomodaticio en los tiempos de bonanza, cuando aún no existía el Napster. El progresivo e implacable aumento de los precios de los compactos tropezó con su Némesis particular: los programas de descarga, una tienda de golosinas de música comprimida, gratuita y de fácil acceso. Ahora, son las giras las que sustentan al músico y al empresario. Y alejándonos de los circuitos más comerciales -y con mayor flujo de capital-, lo que nos encontramos en salas, promotores y artistas es esto.

Una banda que quiera tocar en directo se puede encontrar con distintas circunstancias. En primer lugar, si el grupo organiza el evento de forma autónoma -actuando ellos mismos como promotores-, lo primero que tendrán que hacer es pagar el alquiler de la sala donde se celebre el concierto. La media ronda los 400 euros, dependiendo del aforo y las características técnicas del local, la inclusión en el precio del técnico de sonido, etcétera.

Otro supuesto es que la sala contrate al grupo, ya sea con un caché fijo, a taquilla o una mezcla de ambas. En este caso, es la sala de conciertos quien se juega el dinero. Y las incógnitas monetarias asoman, simplemente, con abrir las puertas del local. «Entre camareros, técnico de sonido y luces y personal de seguridad se van cerca de 300 euros», señala el dueño de una sala gallega. «Súmale lo que se lleva la SGAE y podríamos seguir con mas cosas», añade. La sociedad que dirigía Teddy Bautista -uno de los grandes cantantes de soul del país, por cierto- aparece cual rémora en toda actividad donde se reproduzca o interprete música. Más de un grupo espantó al valido de Bautista escudándose en que la totalidad de su repertorio eran canciones propias y no estaban registradas en la SGAE. A veces funciona.

Por último, hay que destacar la labor de los promotores, mediador entre salas de conciertos y agrupaciones musicales. Como todo intermediario, se lleva su parte, quizás por eso suelen ser los que encuentran mejores tratos. Y es que al fin, están comiendo del mismo plato.