AREOSO | O |

22 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

UNA SIEMPRE sabe que al vivir en un pueblo nunca dispondrá de los mismos servicios que en cualquier ciudad. Puede que la vivienda no tenga sistema de alcantarillado o que el abastecimiento de agua deba provenir de un pozo privado. Sabe también que la oferta cultural será peor y que ir al cine o al teatro puede implicar un traslado a la población vecina. De la misma manera, los servicios médicos son también mucho menores a los que se ofrecen en cualquier ciudad y es lógico que, ante cuestiones de gravedad, haya que desplazarse al municipio de al lado. Lo que ya no entiendo es el sistema de atención a los más pequeños. Cualquier síntoma de enfermedad en un niño crea cierto nerviosismo en los padres, sobre todo si éstos son primerizos. Y resulta que, en cuatro de los municipios arousanos, los más pequeños sólo pueden ser atendidos por un profesional especializado durante dos o tres horas al día. Esto está muy bien para atenciones programadas, como la vacunación, o para aquellas como los virus que tanto sufren últimamente los niños durante sus primeros años de vida. Pero ¿qué sucede si, de repente, el pequeño se pone enfermísimo? En Meis, Meaño, Ribadumia y A Illa los resignados padres sabían que, hasta ahora, trasladando a sus hijos al centro de salud de Cambados podrían ser atendidos por un pediatra. Pero esto se ha terminado, con lo que la única solución pasa por desplazarse hasta el centro hospitalario más cercano. Teniendo en cuenta la situación de nuestro centro de referencia, el de O Salnés, lo cierto es que la enfermedad del pequeño de la casa puede convertirse en un suplicio. Desconozco los costes que para el sistema sanitario tenía el punto de atención continuada de Cambados, pero de lo que estoy segura es de que era uno de los servicios más demandados. El sistema funcionaba bien y, cuando las cosas van bien, es mejor dejarlas estar. ¿O no?