Jordi Sánchez avanza que en el concierto de esta noche en Ribadeo interpretará todos sus éxitos
26 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.A finales de 1991 salía al mercado Llámalo sueño, el primer disco de OBK, de Jordi Sánchez (Málaga, 1968) y Miguel Arjona. Por entonces el pop electrónico no era tendencia en España, más bien al contrario, era contracorriente, limitado a pulsiones contadas en los precedentes marcados por Tino Casal, Azul y Negro, Nacho Cano o Aviador Dro. Aquel año, el ritmo tecnho mundial lo marcaba Depeche Mode (referente declarado de OBK), con su disco Violetor (15 millones de discos vendidos) y el exitazo Personal Jesus sonando en las emisoras. En este contexto llegó OBK y fue un soplo de aire fresco. Dos chavales irrumpían de la mano de la discográfica Blanco y Negro Music. Su primer sencillo fue Déjame comerte, pero las emisoras eligieron la cara B, Oculta realidad. Comenzó a sonar en los 40 Principales y llegó el éxito, que se consolidó con los dos siguientes sencillos, sendos clásicos ya, De qué me sirve llorar e Historias de Amor. El fenómeno OBK nacía para prolongarse, de momento, 30 años. Hoy llega OBK a Ribadeo, con Jordi Sánchez (Miguel Arjona dejó el grupo en el 2012). Su concierto, con Rafa Sánchez (ex de La Unión), comenzará a las 22.00 horas, en el aparcamiento municipal, con entrada gratuita. El cartel promete.
—15 discos, más de un millón y medio de discos vendidos, más de mil conciertos, 30 años de carrera... permítame un verso de «Tú sigue así»: ¿Tiene intacta la ilusión?
—Sin duda. Cuando te dedicas a la música, el motor es la ilusión. Cuando subo a un escenario, cuando compongo, mi ambición es llegar a la gente, transmitir y no defraudarla. Llevar 30 años de carrera musical, que se dice rápido, es muy complicado. Aquí y en cualquier otro país. Pasa el tiempo y OBK es un grupo veterano, pero me siento muy cómodo celebrando los treinta años, sin tener que competir con otros artistas que surjan, cada uno a lo suyo. Tengo temas más y menos conocidos, pero estoy orgulloso del trabajo hecho, que ha sido honesto, sincero, con un pop electrónico que funcionó... y recogemos eso, lo que le hemos sembrado.
—OBK fue aire fresco, cuando nadie lo esperaba.
—Fue muy bonito porque surgió sin premeditación alguna, sin una gran compañía detrás y siempre fluyendo. Hasta el título del disco fue acertado: Llámalo un sueño. Y sigo con ese sueño, no ha sido flor de un día. Yo era un adolescente como tantos, que escuchaba música a todas horas, y empecé a componer. Fue como un juego, pero con una pasión absoluta. Miras a grupos que te gustan y quieres ser como ellos. Coges un sintetizador y resulta que tienes tu propia forma de hacer las cosas, tu identidad. Así surgió OBK. No he inventado nada, pero sí es cierto que aposté por la música electrónica cuando nadie lo hacía y hemos sabido transmitir emociones, llegar a la gente, que es la aspiración máxima de cualquier artista.
La gente que me conoce sabe que soy una persona muy cercana, cariñosa. Y siempre he sido así. A mi el rollo de artista, de divo, no me gusta. No voy de nada. Yo soy un niño que se empeña en no crecer, un chaval con 53 años que empezó a componer canciones y se dio cuenta de que tenía un don para llegar al público. Tenía 15 años, jugaba a ser Depeche Mode y de repente me llamé OBK. Pero nunca he olvidado de donde vengo, mis orígenes.
—Su música tiene seña de identidad. Hay gente que aún está descubriendo a OBK, canciones que no pasan de moda, de baile y baladas... «Falsa moral».
—Si, Falsa moral no tiene nada que ver con la música electrónica. Es una de mis canciones favoritas y que compuse muy rápido.
—¿Cómo ve el panorama musical actual?
—Bien. No entro en el juego de si era mejor o peor la música de hace unas décadas que la de ahora. Lo importante es lo emocional y hay gente joven que está empezando y es muy brillante, porque llega al público. Todos hacemos lo mismo: el arte es compartir tus miedos.
—Entonces, disfrutando de sus 30 años de carrera.
—Cierto, de todo lo que hemos hecho. Aguantar 30 años supone que la gente te ha aceptado y dado su cariño, que lo que has hecho ha gustado y sigue gustando.
—La princesa de mis sueños, El cielo no entiende (sintonía de La Vuelta Ciclista a España), Oculta realidad 11 (número 1 directo de ventas en su salida, en el 2011), Falsa moral, De qué me sirve llorar, Historias de Amor, Lágrimas de soledad, Nada soy sin ti, Tú sigue así, I fell Jesus. Yo sé que no.... ¿Sonarán los clásicos en el concierto de Ribadeo?
—Por supuesto. Mis canciones hablan por mi.