Una argentina en A Mariña con cuatro hijos y experiencias en crisis: del corralito a la del ladrillo y después la pandemia
A MARIÑA
Analía López Kehm conectó con el Mondoñedo de su padre y vive en Foz
26 abr 2023 . Actualizado a las 16:48 h.Superar ese miedo a alejarse de las raíces, aprender a sortear diferentes contextos de crisis, afrontar el día a día de criar a cuatro hijos labrando para ellos un futuro y contar, a mayores, con una mano magnífica para los fogones, además de excelentes dotes de comunicación y una sonrisa que traspasa todo, hasta el teléfono. No presenta ese formato pero bien podría ser un currículo de los que abren puertas. Mundos. Sus padres la bautizaron como Analía por una actriz de Argentina, su tierra natal. Analía Mercedes López Kehm, hija del mindoniense Manuel López González que emigró a Buenos Aires con 17 años, que «se enamoró y se casó» con Mercedes Kehm, hija de alemana y ruso. Sorprende tal mezcla familiar de orígenes pero ella, aunque nacida en Argentina, mantuvo vínculos emocionales desde pequeña muy hondos con Mondoñedo: «Recuerdo venir varias veces de vacaciones. Para las que fueron y lo que cuestan los pasajes, y cruzar el charco, no está tan mal».
Su padre fue carnicero (surtía a hoteles y restaurantes), falleció sin alcanzar los 40 y dejó una viuda con solo 34 años, al frente de su propio negocio estilo ultramarinos. «En la época de los años en que emigró tanta gente, entre los 60 y 80 y pico Argentina era súper, fue el bum!», dice. Analía recuerda que «se vivía muy bien» y pese a la muerte temprana de su padre se sentía «arraigada aquí», encantada con Mondoñedo: «Venir de una ciudad que era el triple o cuádruple que Madrid y llegar a un pueblito empedrado, con farolitos iluminados de noche y la catedral... ¡Es como vivir en un cuentito!».
Se casó con Adolfo Javier Gutiérrez Álvarez Rosón, argentino de familia leonesa también emigrante, pero la situación en el país comenzaba a torcerse: «En la crisis de 2002 vino el famoso corralito. ¡Fue terrible! Veíamos que la cosa no iba bien, así que pensamos ‘¿nos vamos a España?... pero, ¿para el lado de León o Galicia?». Y ganó la segunda opción, «porque yo tenía aquí un contacto más fluido con mi familia. Fue llegar y enseguida empezar mi marido el trabajo de homologar el título de odontólogo». Ella se había formado como agente de viajes y turismo pero finalmente se dedicó a ser ama de casa, que ya es un trabajo mayúsculo. De Mondoñedo pasaron a Foz en 2014 y él comenzaría a trabajar en su oficio en A Mariña, abriendo la clínica Rosón en 2015, aunque antes aún hubo otra crisis, en 2008: «También nos tocó. De crisis sabemos un montón. No hay que asustarse de nada, solo ajustar el cinturón, nada más».
Tienen 4 hijos: Francisco de 19 años que estudia Magisterio en Lugo, Santiago que cumplió la semana pasada la mayoría de edad y está finalizando Bacharelato, Máximo de 16 e Ignacio de 9, que estudia en el Martínez Otero. «Dos sabía que quería tener, seguro, porque soy hija única y en el caso de mi marido son tres hermanos y luego por cada tío él tiene tres o cuatro primos. Aunque me gustaba la familia numerosa, planificar cuando eres inmigrante, realmente no planificas porque no sabes cómo te vas a encontrar, si vas a poder trabajar de lo tuyo, si vas a poder estar estable». «Los hijos fueron llegando sin pensarlo demasiado. Estaba dando de mamar a uno y ya venía otro en camino. Con respecto al chiquitín, ya no buscaba nada, lo tuve a punto de cumplir los 43, ahí te agarra medio descuidada. ¡Es la bendición de la casa!», relata. Lo tuvo claro a la hora de decidir ocuparse íntegramente de la crianza de sus hijos sin tener que recurrir a una niñera, aunque para ello hubo una renuncia personal de por medio: no emplearse.
«Si te organizas, no derrochas y sabes llevar la cosa, creo que todo alcanza»
La economía doméstica funciona gracias a la clínica odontólogica, situada en Foz. Aún así, comenta: «Hay que ser realista. Somos como éramos antes, sin vicios, con las cosas en su medida y cuando tienen que ser. Tratas de administrar, que la familia coma bien y sano pero no despilfarrar, por no hablar del tema de al ropa. En mi casa no se ven marcas y la ropa pasa entre los hermanos. El carrito del primero también me valió para el último, solo tuve que cambiarle las ruedas porque estaba bien. Cuido las cosas. Si te organizas, no derrochas y sabes llevar la cosa, todo alcanza». En supermercado gastan entre 1.200 y 1.500 euros al mes. «No hay que gastar en lo que no vale la pena», aconseja.
Prevé tener en breve a su madre en Foz
«La emigración es muy dura», comenta Analía López Kehm, que está planificando para que su madre, con casi 75 años, se venga de Mar del Plata a Foz y se quede definitivamente aquí: «Los años pasan. Ya tuvimos un susto; tuve que salir corriendo para Argentina porque ella acabó en la uci. Allá no tiene a nadie familiar cerca sino a 200 ó 500 kilómetros. No tienes de quien tirar... Así que le dije ‘hoy estás bien, hagamos las cosas bien, vienes y estás conmigo, disfrutas de tus nietos y yo disfruto de ti'». Analía mira a su tierra patria y siente cierta desazón porque «por lo que escucho ahora es una inseguridad general, en cualquier pueblo o provincia, la gente tiene miedo a salir, la plata no alcanza, es una corrupción total en la política... Me da tristeza porque... ¡es tan linda Argentina!».