Máxime en estos tiempos, vaya por delante mi más sincero reconocimiento por su labor y dedicación a todo el personal de los centros sanitarios, donde, lamentablemente, «no siempre es oro todo lo que reluce» y además «siempre hay de todo como en botica».
Debe ser verdad que en el Sergas existe una centralita para atender llamadas de los pacientes, y que quien llama no percibe con un cambio de tono si está ocupada. Lo que sí es verdad que en los últimos días pasé entre 60 y 105 minutos para que me cojan el teléfono. No creo que sea porque la línea está ocupada (en ese tiempo se atienden muchas llamadas), pienso que en realidad es por sistema. Y mientras, los usuarios desesperados, sin saber qué hacer. Cuentan que «aumentan las quejas de ciudadanos por las limitaciones para ser atendidos en los centros de salud». Pues claro, pero muy poco para lo que nos hacen. Quejas sí hay, y muchas, pero verbales porque formalizarlas en papel ya es otra historia.
Y esto va de quejas y de la falta de atención y educación de cierto personal administrativo del ambulatorio de Viveiro. Amparándose en lo que ellas dicen que les mandan por protocolo del covid-19, deniegan información, consultas, análisis, etcétera, etcétera. Tuvimos que ir tres miembros de mi familia, en días y horarios diferentes, para solicitar una cita para analítica encargada por el endocrinólogo del Hospital da Mariña. Él nos envió por correo los papeles para pedirla y nos indicó que hiciésemos los análisis antes, para tener los resultados el día de la consulta.
A las que dan citas en el ambulatorio de Viveiro no les importó. Se la denegaron, primero a mi padre y después a mi marido. Alegaban que no había hueco en la agenda de los análisis, que no teníamos día de consulta, pese a enseñarles los documentos del endocrinólogo marcándola para dos meses desde el momento en que él la solicitó. A mi marido le dijeron que reclamase por escrito, supongo que creían que se echaría para atrás, como tanta gente, sobre todo mayores, que aunque quiera no tienen quien los ayude a defenderse.
Harta de tantas negativas injustificadas, fui yo a pedir la cita. ¡Y la conseguí! De repente, todo cambió: ya había sitio y ya no importaba que la cita del endocrinólogo no concretase día. Se preguntarán por qué varió el «docto criterio clínico» de las dos que normalmente en horario de mañana dan citas en el ambulatorio de Viveiro. Se convencieron con las «cuatro cositas» que les dije porque se las tienen muy, pero que muy merecidas. Son conocidas por sus «modales, respeto, competencia, profesionalidad y ganas de trabajar», ¿o será justo por lo contrario? Si, por lo que se ve, se permiten ignorar indicaciones médicas o no están a gusto atendiendo a la gente, seguro que en el paro sobran profesionales preparadísimos, con buenos modales, ganas de trabajar…
Sé que en esta pandemia gran parte del personal de los centros sanitarios está desbordado de trabajo, pero, lamentablemente, también comprobado cómo algunas manchan la buena imagen de tod@s los profesionales que, arriesgando su salud y la de sus familiares, se vuelcan por tod@s nosotr@s. Reitero todos mis respetos y aplausos para esa gran mayoría que nos cuida desde centros de salud y hospitales.
Carmucha Domínguez Quintana. Viveiro