Pepe do Lugar

Pablo Mosquera EXDIPUTADO. MÉDICO.

A MARIÑA

Opinión

28 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

José López González fue un sanciprianés que dejó huellas imborrables por su contribución al desarrollo de un lugar histórico como San Ciprián.

Fueron varias las etapas en las que tuvo presencia pública y contribuyó con sus gestiones a cambiar la situación de su pueblo. Desde el CIT en los años 60, como contrapoder a Pardiñas que tenía a San Ciprián sumido en él atraso, logró: traída de agua, alcantarillado, muro de la Anxuela, casetas para los miembros de la cofradía, mejora de las instalaciones del muelle, botiquín farmacéutico, mejora del alumbrado y teléfonos.

Posteriormente y con la democracia, milita en formaciones del centro derecha, desde UCD a Coalición Galega, siempre desde el Concello de Cervo y la Diputación de Lugo. Implicándose para la pavimentación de calles, nueva traída de agua y alcantarillado, mirador a la playa de La Concha, diseño y equipamiento del polígono industrial de Cuiña sito en terrenos de los Marqueses de Pedrosa, casas sociales de La Atalaya y mejora de la carretera al faro. Pero no se detuvo sólo en su pueblo natal. Mejoró de forma muy notable las infraestructuras de las parroquias y contribuyó con entusiasmo a la disponibilidad de terrenos para la construcción del Hospital. Estamos en el Concello de Cervo 1981. Su tercera etapa de compromiso con los derechos ciudadanos, los ejerce desde la cofradía de pescadores del puerto de San Ciprián. Para Pepe del Lugar, la vocación marinera de San Ciprián era dogma de fe; mientras algunos no pasaban de las protestas y lamentaciones, aquel hombretón recurría a las «fuerzas vivas» para dotar al muelle.

Estamos en 1982 y San Ciprián cuenta con 14 buques pesqueros y 44 embarcaciones de menos de veinte toneladas. Evidentemente, cifras mucho menores que en los años setenta. José González era armador de los boniteros «Cruz del Mar» y «Pena do Mar», por tanto sabía y veía que los puertos, para mantener la flota, debían ofrecer toda suerte de servicios, desde combustible, comunicaciones, lonjas dotadas con los mejores adelantos, espacio de aparcamiento, hielo y otros suministros. Ya por aquellas fechas, gentes tan avezadas con la mar, como Manuel López Domínguez, Alberto Pillado y Ramón García Méndez, advertían del peligro de extinción que corría el puerto pesquero de San Ciprián. Cuando se cuenta la historia del Museo del Mar a nuestros visitantes, conviene hacer justicia con aquellas personas que pusieron toda la carne en el asador,