«Quiero el carnaval que hacía reír a la gente en Viveiro»

M. G. B.

A MARIÑA

PEPA LOSADA

Busca la implicación del comercio y la hostelería y ha repartido ya 300 encuestas

03 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

África Jiménez es una incondicional del carnaval de Viveiro. Dijo que cuando se jubilara se pondría a la faena de intentar recuperar esa larga tradición que tiene la ciudad del Landro, y en ello está. «Busco que se implique la gente para tratar de revivirlo. Quiero el carnaval que hacía reír a la gente en Viveiro», señala.

-Tiene usted mucho trabajo por delante.

-Estoy haciendo las encuestas, repartí unas 300, y pregunto de todo, porque quiero contar con la opinión de todos. A la hostelería, si habría forma de hacer menús especiales esos días, o descuentos a quienes vayan disfrazados... Mi objetivo es hacer que el carnaval vuelva a vivirse en la calle, y evitar que la gente se vaya cuando acaba el desfile del martes, que haya más música, que se conozcan las Alpuxarradas, por ejemplo poner una pantalla gigante en la Plaza, y darlas a conocer, que la gente joven sepa que si participan se llevan ya 100 euros. Quiero el carnaval alegre, más que el vistoso, el que va cargado de humor, y hacía reír a la gente en la calle. Con las encuestas pretendo nutrirme de lo que me diga la gente y hacer lo que pueda, porque se necesita dinero. Y no quiero dejar las parroquias al margen, sino que pretendo que los bares se impliquen para que haya movimiento horas antes de los bailes que celebran en los centros sociales.

-¿No es un poco pronto?

-El Concello me pidió que forme una comisión, que ellos me apoyan. Y estoy buscando la gente. La intención es tener tras acabar Reyes los programas y carteles en la calle.

-Usted es una antroidera de corazón.

-Yo vivo el carnaval desde pequeña, lo paso bien solo pensando en el. Fui miembro fundador de la Comparsa de la ONU, cuando se separaron de la del Conde de la sal y el marqués del congelado. El desfile del martes empezó a salir en Viveiro cuando no se podía hacer en España. Todavía vivía Franco. Fue a cambio de un solar que cedió Pedro Rouco en 1962, pero tenía que ir con la cara descubierta y sin meterse con la autoridad civil ni la Iglesia.