Restos de un hipocausto en el olvido

A MARIÑA

Patrimonio estudia proteger «in situ» los vestigios hallados en el área geológica de Castrelo. En la actualidad carecen de protección y están amenazados por la basura

14 mar 2010 . Actualizado a las 02:41 h.

Una visita a la zona geológica de Castrelo permite constatar la facilidad con la que un espacio deja de ser protagonista con gran rapidez. Este punto pasa por ser uno de los espacios más interesantes geológicamente hablando de la Península Ibérica por ser el lugar de confluencia de la rasa cantábrica (cuarcitas) y del batolito de San Cibrao (granito). Durante años fue objeto de campañas turísticas y educativas -también se editaron publicaciones- para divulgar la riqueza geológica de una zona que hoy parece semiabandonada. En los tiempos que corren, la reserva vuelve a estar de actualidad por estar localizada a escasos metros del trazado del vial de acceso al puerto, una actuación que tuvo que ser paralizada y cuyo proyecto ya sufrió varias modificaciones. Xunta y Concello confían que en breve se puedan retomar las obras, que exigirán un cambio de trazado de la vía del ferrocarril.

El interés que despertó la reserva arqueológica entre los expertos motivó a los dirigentes municipales a solicitar una excavación detallada. En septiembre del 2004, técnicos de Patrimonio concluían que dos estancias de 2,50 metros de largo por 1,80 de ancho y otra de 1,30 metros de largo por 1,12 de ancho, configuraban los vestigios de la terma romana hallada en Burela, en la zona de Castrelo. La explotación de una cantera y los rellenos de caolín podrían haber acabado con los restos de las bañeras y de otros elementos, pero en la excavación se descubrieron vestigios de un hipocausto ( Hypocaustum en latín), una especie de sistema de calefacción subterráneo situado bajo el pavimento de una terma. Con aquellas investigaciones no se llegó a precisar si la terma era pública o privada, ni si estaba o no vinculada a la ubicación original del castro.

La excavación obligatoria previa al inicio de las obras del acceso del puerto permitió reforzar la divulgación de este espacio, uno de los atractivos turísticos de Burela. El paso del tiempo va dejando al descubierto parte de los restos hallados durante la prospección. Y en la zona es fácil encontrarse con pilas de ladrillos, de gran tamaño y con dibujos. Son piezas rojizas extendidas por la zona, sin vigilancia. Pocos son los que han reparado en ellas, los que se han preocupado de documentar todavía más la historia de Burela y de solicitar una segunda opinión para ratificar que su origen es romano. Al menos una de estas piezas llegó hace años al Museo Arqueolóxico do Castro de Viladonga (Castro de Rei). Su valor arqueológico es indiscutible y, por el momento, parece que incalculable.

Pero en la zona, las piezas que simulan ladrillos de forma cuadrada con encajes y los restos de cerámica se mezclan con tablones y palés de madera y hasta con un colchón de espuma desgastado por el paso del tiempo. Desde el lugar que en otro tiempo acogió un hipocausto se otea perfectamente el puerto y también algún que otro basurero improvisado que afea el entorno.

La Voz atendió en las últimas semanas quejas por el estado en el que se encuentra la zona. Las críticas fueron trasladadas a la Consellería de Cultura en busca de un posicionamiento de Patrimonio sobre posibles actuaciones en la zona. Desde la consellería confirmaron que desde el Gobierno gallego se apuesta por poner en valor la zona del hipocausto y el yacimiento. Los expertos consideran que lo más acertado es conservar in situ los restos hallados, al descubierto, con suficientes medidas para evitar un daño sobre ellos.

El proyecto diseñado por Cultura contempla la consolidación, la señalización y cubrir los restos para garantizar su conservación y «para permitir a súa visita pública». Actualmente en Patrimonio estudian soluciones arquitectónicas adecuadas para cubrir y resguardar este espacio y para evitar mayores desperfectos en la zona excavada y en los elementos hallados.

Además, la construcción del acceso al puerto -una obra que acumula varios años de retraso- contribuirá a divulgar la importancia de los restos de un hipocausto, un sistema de calefacción del suelo utilizado sobre todo en las termas del Imperio romano.

Fuentes consultadas apuntan a que en el exterior se construía un horno y el aire caliente producido se llevaba por canalizaciones situadas bajo el suelo, cuyas baldosas se sustentaban sobre pilas de ladrillos.