Crónica | Concierto de Ávalon y Chenoa Miles de personas acudieron al puerto de la localidad mariñana para disfrutar del espectáculo que terminó con una explosión de fuegos artificiales, en torno a la una de la madrugada
29 jun 2004 . Actualizado a las 07:00 h.?n el puerto de Burela había un mar de gente que se incrementaba poco a poco a medida que se acercaba la hora del concierto. No faltó casi nadie. Desde el niño pequeño que bailaba en brazos de su madre al dulce son de la música de Ávalon hasta los no tan niños que coreaban la letra de las canciones de Chenoa a voz en grito. Los más espabilados llevaron unos prismáticos, de esos que valen un dineral, para ver todos y cada uno de los detalles, y a los mayores no les importó llevar a cuestas su silla de la playa. «Mis piernas ya no funcionan tan bien como antes y necesito estar sentada», comentaba Rosario. Ronda los 70 años y fue tan sólo una de las decenas de mayores que soportaron el altísimo ruido de los altavoces, el frío y la jornada que se prolongó hasta la una de la madrugada. Hubo incluso quienes disfrutaron de unos pinchos en la zona vip , situada detrás del escenario. Pero otros encontraron sitios mejores para ver el espectáculo: el muro del espigón estaba abarrotado y algunos se subieron a los contenedores. Ávalon Las viguesas saltaron al escenario en torno a las diez y media de la noche. Ellas fueron las encargadas de ponerle el toque dulce y suave a la noche con sus guitarras y violines pero tampoco faltaron las muiñeiras discotequeras que arrancaron los primeros bailes. Esta era la segunda vez que Ávalon actuaba en Burela y gracias a ellas los asistentes disfrutaron un buen rato de música folk de calidad. Chenoa La señal fue un haz de luz violeta. Chenoa estaba a punto de salir y mucha gente no pudo evitar un chillido de emoción que recorrió de punta a punta las instalaciones del concierto. Ofreció un espectáculo de los que acostumbra a dar en televisión con una buena puesta en escena y derroche de energía (aunque hay quien dice que no le echó muchas ganas) y cantó sus temas de éxito a coro con las fans que se agolpaban en primera fila. En la zona vip unas niñas hacían guardia para ver al fin a su estrella favorita. Libreta en mano, aguardaron hasta el final del concierto para conseguir un autógrafo más ansiado. «¡Guapa!», le gritaban mientras sus compañeras se afanaban en colorear y escribir pequeñas dedicatorias en una pancarta. Éste era su regalo y contaban con dárselo en persona a Chenoa. No sé si lo consiguieron porque la cantante se fue de inmediato al finalizar el concierto. Según uno de sus acompañantes había sufrido un bajón de tensión, estaba cansada y con frío.