El meteorólogo no echa de menos el «auténtico infierno» que vivía con la coleta en verano
23 ago 2018 . Actualizado a las 13:54 h.En uno de esos días de verano «un poco morriñentos», Martín Barreiro (Lugo, 41 años) aprovecha para espatarrarse en una silla de la terraza del café Literarios, en la plaza de la Quintana, en Santiago. Allí mismo, el meteorólogo y hombre del tiempo de TVE, caña en mano, evoca los buenos recuerdos de juventud que guarda de tan renombrado rincón.
-¿Por qué esta terraza de Santiago de Compostela?
-Esta terraza es uno de los sitios que frecuentaba cuando terminé la carrera y empecé a trabajar en la TVG. Era uno de los sitios a los que íbamos a tomar una cervecita por la tarde, sobre todo en la época de primavera.
-El sitio es idílico...
-Es muy especial. Tomarse una cerveza en la Quintana es realmente muy cañero. De hecho, cuando vienes de fuera y estás ahí con la cerveza te parece incluso extraño. Cada vez que vuelvo a Santiago, me da la sensación de que es una pasada. Me acuerdo de todas las veces que pasé por sitios como la Catedral casi sin darme cuenta, cuando son sitios impresionantes. Y estar cerca es un auténtico privilegio.
-¿Las terrazas son un lugar para conversaciones interesantes?
-Sin duda. Con mis amigos de la tele hablaba de las primeras experiencias en el trabajo, los primeros amores y desamores de cada uno, las confidencias sobre enamoramientos... Las charlas en esta terraza eran muy divertidas.
-¿Siempre sueles tener una caña en la mano?
-Me gusta la bebida con burbujas, como la cerveza, los espumosos o el agua con gas. Aunque no soy mucho de refrescos ni de vinos con aguja. Pero que quede claro que bebo también cosas sin alcohol, eh [ríe].
-Las camisas estampadas, imprescindibles este verano, ¿no?
-Este verano y siempre. Las camisas de flores se dejaron de usar varios veranos, pero creo que fue un error olvidarlas. Llevar colorido encima transmite buen rollo al entorno. Ahora es muy fácil encontrarlas, hace años no tanto. Incluso en momentos formales hay que darle chispa a la ropa.
-Otra vez vuelves a salir descalzo en una foto del periódico...
-La verdad, soy de descalzarme muy rápido, en cuanto puedo. Cuando llego a casa de alguien siempre se lo pido. Eso sí, he de presumir de que tengo una buena higiene de pies, no hay problemas de olores. A mi hermano y a mí nos encanta estar descalzos. No sé si es una cuestión térmica o qué [ríe]. Me resulta cómodo y relajante.
-¿Por qué playas anduviste descalzo de pequeño?
-Pasé muchos veranos en A Mariña: en Xove, Viveiro... Más mayor, empecé a hacer surf en invierno por la zona de Muros y Noia; entonces me acostumbré a las playas de Queiruga, As Furnas, O Vilar o Ladeira. Y también visité mucho la Costa da Morte.
-De joven tenías coleta, ¿qué tal con ella en esta época?
-¡Un auténtico infierno! Con la pesadilla del calor, los enredos y lo que tardaba en secarse. En ese sentido, no la echo de menos. Ahora estoy mucho más cómodo.
-Cuando estás en una terraza, ¿hablas mucho del tiempo?
-[Ríe] Es deformación profesional, no puedo evitar mirar al cielo y dar la chapa a los que están conmigo. Les digo si las nubes son cúmulos o cirros.
-Y dirás qué tal hace...
-Es que la gente además me pregunta. ¡Tengo que hacer pronóstico hasta de vacaciones! Es inevitable, porque también hay muchas comuniones y bodas. Lo hacen de buen rollo, pero siempre tengo que sabérmelo [ríe].
-Para terminar, recomiéndanos un plato de comida.
-No puedo evitar decir pulpo á feira, porque encima a mis hijos les fascina.
-¿Y un tema que hayas escuchado mucho este verano?
-Este verano puse mucho a Carolina Durante, que son como volver a escuchar a un grupo mítico. Y entre sus temas, me quedo con La noche de los muertos vivientes. Puede que algún día cante con ellos... Ahí lo dejo.