La entrada de la isla en el euro está más lejos que nunca

X.?V. Gago

INTERNACIONAL

06 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La política exterior casi ha brillado por su ausencia en la campaña electoral británica, a pesar de que ya son 248 los soldados británicos que han perdido la vida en Afganistán y de que la relación con Estados Unidos no pasa por su mejor momento. Tampoco la delicada situación de la UE ha despertado debates encendidos y la posibilidad de la entrada en el euro es menos que remota.

Si se confirma lo que dicen las encuestas y el tory David Cameron es el nuevo primer ministro, Bruselas va a pasarlo mal con el Reino Unido. Un importante sector de los conservadores es partidario de recuperar competencias cedidas a la UE, e incluso algunos abogan por marcharse de la Unión. El mismo Cameron intentó que los checos retrasasen la firma del tratado de Lisboa con la intención de someterlo a referendo si salía elegido.

Por otra parte, un ascenso de los liberaldemócratas, el único de los tres partidos abiertamente europeísta, endulzaría las relaciones con Bruselas. Pero la crisis griega ha reforzado aún más la enorme desconfianza de los ingleses en los «continentales», y el propio Nick Clegg ha reconocido que su idea de entrar en el euro no se concretaría «hasta dentro de mucho tiempo».

Brecha atlántica

La vieja «relación especial» de los británicos con Estados Unidos no vive sus mejores momentos. Un reciente informe del Foreign Office (Ministerio de Exteriores) aconsejaba distanciarse de los amigos americanos para evitar que, tras las aventuras de Irak y Afganistán, la imagen del país continúe deteriorándose. Por otra parte, la preferencia del presidente americano, Barack Obama, de orientar su política exterior hacia el Pacífico ante la emergencia de China, tampoco está ayudando a mantener unas relaciones tan estrechas como las vividas en tiempos de Tony Blair y George Bush o Margaret Thatcher y Ronald Reagan.

El próximo premier también deberá decidir qué hacer con las Fuerzas Armadas, que carecen de presupuesto para mantener su programa nuclear, y la fuerza de la Royal Navy, mientras se adaptan a conflictos para los que no estaban preparadas, como el de Irak y, sobre todo, el de Afganistán.