Los ensayos se llevaron a cabo en los años sesenta en el Sáhara argelino
17 feb 2010 . Actualizado a las 15:14 h.El Ejército francés utilizó a sus propios soldados como cobayas para estudiar los efectos de la bomba atómica. Un documento secreto que publicó ayer el diario Le Parisien confirma unas «maniobras en ambiente nuclear» en el desierto del Sáhara con la participación de 300 hombres en abril de 1961.
El objetivo era «estudiar los efectos fisiológicos y psicológicos» en la tropa para «la preparación física y la formación moral del combatiente moderno». Ya en 1998, justo después de que Jacques Chirac decidiera interrumpir las pruebas, la revista Nouvel Observateur citaba el documento para hablar de la operación Gerboise Verte, el último de los disparos nucleares galos en la atmósfera.
El informe secreto explica lo ocurrido el 25 de abril de 1961, minutos después de la explosión ordenada por el general De Gaulle. Los hombres salen del refugio y contemplan la nube con aprehensión. Avanzan a pie, seguidos por los vehículos vacíos hasta unos 700 metros del punto cero. Una patrulla en un todoterreno se aproxima hasta los 250 metros.
Se trataba de ejecutar dos maniobras, una ofensiva y otra defensiva para estudiar «la recuperación de una posición tocada por una explosión nuclear» y en ella participaron soldados de varios regimientos.
Las máscaras antigás de la época «entorpecen las comunicaciones», por lo que fueron sustituidas por simples máscaras contra el polvo. En el trabajo en una atmósfera contaminada, la autoridad responsable podía permitir a los hombres que se la quitasen e inhalar «en un día a título excepcional lo que normalmente está autorizado en tres meses».
«Francia nos ha abandonado»
«Hemos sido los cobayas del átomo», denuncia Guy Peyrachon, que contempló en pantalón corto y camiseta la primera de las explosiones francesas en el desierto. Ahora sufre cáncer de tiroides.
Plutonio 239, Cesio 237, Estroncio 90? Las sustancias nocivas que encontraron en el Sáhara son tan variadas como las enfermedades que ahora padecen. Lucien Parfeit ha perdido la nariz y no oculta su amargura: «Francia nos ha abandonado. Muchos están en el lecho de muerte. A mi amigo Gastón lo han operado 47 veces».
Según la Asociación de Veteranos de los Ensayos Nucleares, un 17% de sus descendientes sufren también las consecuencias sin seguimiento alguno por parte de las autoridades sanitarias. Un 35% de sus 4.800 miembros sufren algún tipo de cáncer y un 55%, otras patologías graves.
El actual ministro de Defensa, Hervé Morin, aseguró que «las dosis recibidas durante los ensayos eran muy débiles». El Gobierno está redactando el decreto de aplicación de una ley que permitirá a las víctimas de las pruebas atómicas galas cobrar indemnizaciones. De momento, Morin ha dado orden de «abrir los archivos» para que todo aquel que se considere posible víctima pueda reunir la documentación para demostrarlo.
Pero los afectados, tras diez años de lucha, se consideran engañados por la ley, que solo reconoce dieciocho enfermedades como posibles consecuencias de la radiación y que excluye melanomas, linfomas y enfermedades cardiovasculares. Cientos de personas en Argelia y la Polinesia recibieron radiación durante las pruebas, que empezaron hace cincuenta años.