D'Addario, la prostituta que pasó una noche con Il Cavaliere, lo cuenta todo
25 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Seguramente no será superventas de Navidad, pero más de un italiano leerá con interés las picantes memorias de Patrizia D'Addario, la prostituta que pasó una noche con Silvio Berlusconi. Gradisca, presidente , desde ayer en las librerías de Italia, está escrito con la ayuda de Maddalena Tulanti, periodista del Corriere della Sera y toma prestado el título del personaje de Fellini que en la película Amarcord se ofrece al rey con un «Gradisca, majestad» o disfrútelo, majestad.
En las memorias se muestra sincera y clara: «Me he convertido en una verdadera puta, ya no soy solo una acompañante». Y no ahorra detalles para contar lo ocurrido en su ya famosa velada con Berlusconi: la llegada al palacio Grazioli, los vídeos institucionales mientras el «sultán» besa y toca a las veinte invitadas, la pareja de lesbianas que «animaba» la fiesta, el champán, la música...
Del salón se pasó al dormitorio. «Silvio -le decían-, esta semana vamos al salón de belleza? Lo prometiste». «Él se dirigió a mí y a otra chica: «¿Venís vosotras también?, masajes, relax, nos divertiremos muchísimo», contestó. Patrizia no oculta nada y cuenta hasta los más mínimos detalles de las relaciones sexuales que mantuvo con Berlusconi la noche del 4 de noviembre del 2008 en la ya famosa «cama de Putin». No defrauda a los que esperan detalles eróticos: como que a Il Cavaliere le gusta llevar la iniciativa y es un gran aficionado a los «preliminares». Aunque al final confiesa que no disfrutó con el político, «porque no era su tipo».
Su relación con Tarantini
El libro va más allá de la narración erótica. A sus 42 años, Patrizia cuenta su vida y sus difíciles relaciones familiares: un padre violento, el intento fallido de triunfar en el mundo del espectáculo, sus amantes, y sobre todo, su relación con Giampaolo Tarantini, el empresario que la introdujo en la casa de Berlusconi. La historia cambia de tono tras la noche con Il Cavaliere. Llamadas telefónicas amenazantes, agresiones a su madre, extrañas visitas, robos... Todo ello, según D'Addario, antes de que su relación fuera de dominio público, aunque algunos ya sabían que conservaba grabaciones del encuentro con el gobernante.
Con un «he tenido al número uno y me ha bastado» despacha a los que esperaban otros casos con políticos. No falta la ironía al comentar las explicaciones dadas por Berlusconi sobre las fiestas, que dijo que eran organizadas por sus clubes de fans. Y sobre todo se queja de que él faltó a su promesa de ayudarla a montar una casa rural en Bari.