El triunfo del partido populista y antieuropeo UDC supone un giro definitivo en la vida política suiza.
22 oct 2007 . Actualizado a las 16:06 h.La contundente victoria del partido populista y antieuropeo UDC en las elecciones federales del domingo supone un giro definitivo en la vida política suiza y augura consecuencias para los extranjeros, que son el 20 por ciento de la población.
Aunque según el sistema suizo de poder el partido más votado no forma gobierno, el 29 por ciento obtenido por la Unión Democrática de Centro, una proporción jamás alcanzada por ningún partido político en Suiza, tendrá su repercusión en el ejecutivo colegiado, así como en la relación del país helvético con los inmigrantes y con la Unión Europea.
Según los resultados oficiales provisionales difundidos por la Oficina federal de Estadística, la UDC, que basó su campaña en agitar los fantasmas de la inseguridad y la criminalidad por la presencia de extranjeros, ha mejorado en 4,2 puntos su posición de 2003, cuando también fue el partido más votado con el 26,7 por ciento, y obtiene 62 de los 200 escaños de la cámara baja o Consejo Nacional.
El partido liderado por el xenófobo ministro de la Policía, Christoph Blocher, ha más que doblado su representación parlamentaria en los últimos ocho años.
Su campaña muy polarizada y agresiva, con mensajes simples como el famoso cartel de las tres ovejas blancas expulsando de Suiza a un congénere negro, ha calado hondo en su base electoral natural, el medio rural y la Suiza alemana.
Pero en esta ocasión se ha extendido también por las regiones francesas, más ajenas a su cultura política, y la UDC se ha convertido en el primer partido en la multinacional Ginebra, sede de decenas de organismos internacionales.
La caída del Partido Socialista a menos del 20 por ciento de los sufragios -ha perdido a nueve de sus diputados- refuerza aún más el peso relativo de la UDC, a lo que contribuye también el estancamiento de la derecha clásica representada por los radicales y los democristianos.
En lo inmediato, la clara victoria de la UDC salva la presencia de Blocher en el gobierno de Berna, cuando éste sea elegido por el Parlamento el 12 de diciembre, ya que no parece factible que con estos resultados el polémico dirigente sea vetado.
El peligro es que, aún como parte del gobierno cuatripartito, la UDC saque ventaja del sistema de «democracia directa» que se basa en la convocatoria de consultas populares para adoptar iniciativas legislativas.
El partido de Blocher, con su fuerza demostrada en las urnas y su dominio mediático, defiende varios polémicos proyectos que afectan a los extranjeros.
Uno de ellos, el de expulsar del país a los delincuentes extranjeros, y a sus familias si son menores, ya ha recogido más de 30.000 firmas en los últimos meses, y la UDC no descarta llegar a las 100.000 necesarias para convocar un referéndum.
La recogida de las firmas, bajo el eslogan «el vaso ya está lleno» se ha hecho con inusitada rapidez, lo que demuestra, a juicio de sus promotores, «que existe una gran preocupación entre la población».
El presidente de la UDC, Ueli Maurer, expuso anoche claramente el secreto de su éxito: «una persona que se opone a la Unión Europea, que quiere pagar menos impuestos, que quiere más seguridad y menos criminalidad extranjera, vota por la UDC».
«Nosotros damos respuesta a las preocupaciones de la gente: la inseguridad, el acoso en las escuelas, el tráfico de drogas», dijo, por su parte, el diputado udecetista André Reymond.
Otro de los controvertidos proyectos que defiende la UDC es la prohibición de que se construyan más minaretes en territorio suizo, pero la victoria del partido ultranacionalista también puede tener consecuencias para la vía bilateral abierta con la UE tras el rechazo en 1992, en referéndum, a la adhesión al Espacio Económico Europeo.
La UDC es decididamente antieuropea y defiende una Suiza «independiente, neutral, fuera de la UE y soberana». «Si Suiza fuera miembro de la Unión Europea, con el euro habría perdido su poder de adquisición», afirma uno de sus diputados, Oskar Freisenger. «Si no tiene cuidado, puede acabar como los grandes imperios del pasado: en la basura de la historia».
En el futuro cercano, los suizos tendrán que votar en referéndum la extensión de la libre circulación a los ciudadanos de los dos nuevos miembros de la UE, Rumanía y Bulgaria, y de aquí a 2009 probablemente deban acudir a las urnas para confirmar la libre circulación con los otros miembros de los Veintisiete.
En 2005, la UDC se dividió sobre el voto en el referéndum para ampliar la libertad de circulación a los diez países que se sumaron al club comunitario en 2004, cuando el sector moderado del partido apoyó el «sí».
Sin embargo, la tendencia «blocherista» de la formación de extrema derecha parece consolidarse y ayer su presidente pidió la cabeza de Samuel Schmid, el segundo ministro de la UDC, que representa a ese sector moderado.