La demanda de ayudas para comida y vivienda se dispara en el último año

Susana Basterrechea REDACCIÓN/LA VOZ.

GALICIA

A las organizaciones asistenciales llegan cada vez más casos de familias que hasta ahora tenían trabajo e ingresos

07 jun 2010 . Actualizado a las 09:23 h.

En la economía de los miles de gallegos que no superan el umbral de la pobreza no hay brotes verdes. Tampoco se vislumbra luz al final del túnel. En Navidad, las oenegés que prestan asistencia básica en Galicia estaban desbordadas por las peticiones de ayuda urgente para comer, vestirse y pagar el alquiler o el recibo de la luz. Seis meses después, nada ha cambiado. O sí, pero a peor. «La necesidad va a más y no somos capaces de frenarla», explica Vicente Iglesias, responsable de Cáritas en A Coruña.

Esta entidad registró en el 2009 en Galicia un incremento medio de usuarios del 40%. Desde enero, con la crisis arreciando, aseguran que ha habido un repunte en la solicitud de ayudas. En muchas oficinas de Cáritas, este incremento supone el doble de casos que hace un año. «Se ha duplicado la gente que acude a nosotros, y para demandar cosas que hasta hace poco eran inconcebibles, como comida», señala José Montes, director de Cáritas en Santiago, diócesis que en los cuatro primeros meses del año ha destinado ya casi 21.000 euros a atender 654 peticiones de ayuda urgente, un 15% más que en el 2009.

La demanda de alimentos «está aumentando de forma considerable», reconoce Vanessa Bermúdez, de la asociación Eloraj, que proporciona víveres a 300 personas necesitadas de Boiro y Ribeira. Precisamente, la llegada este mes a Galicia de mil toneladas de alimentos excedentes de la UE supone un respiro para esta oenegé y otras entidades como Amigos de Galicia, con sede en Vilagarcía, cuyos beneficiarios aumentaron en el último año en la comunidad de 8.500 a 12.000, un 41% más.

También han notado esta tendencia al alza el comedor de Cáritas en Lugo, que ha pasado de servir 70 comidas diarias en el 2008 a las 140 actuales; el banco de alimentos que la entidad tiene en Carballo, que atiende a unas 50 familias cada semana frente a las 20 de hace un año; o los comedores sociales de Vigo, cuyo número de usuarios ha crecido hasta un 50%. En la Cocina Económica de Ferrol también se ha disparado la demanda (de 90 personas al día en el 2008 a 170 ahora), y en la de A Coruña, que alimenta a 600 bocas a diario, un 25% más que en el 2009.

Con la vivienda y la ropa, las peticiones también llegan en avalancha. En Lugo, por ejemplo, aumenta el número de familias a punto de ser desahuciadas y Cáritas ha destinado ya desde enero 25.000 euros a pagar el alquiler y la hipoteca de 500 lucenses. En Ourense, la entidad ha entregado ropa a 514 personas en lo que va de año.

En lo que también coinciden todas las organizaciones asistenciales es en que el perfil del demandante de ayuda urgente ha cambiado. O mejor dicho, se ha ampliado. «Antes se atendía solo a inmigrantes o indigentes y ahora, además, a los nuevos pobres», apunta Vicente Iglesias. Son familias sacudidas por la crisis y el paro, hogares hasta hace nada «normales», con trabajo e ingresos, que recurren a la caridad por primera vez. Quienes trabajan sobre el terreno lo saben: «Yo he visto a un matrimonio con dos niños haciendo la comida sobre dos ladrillos y con carbón. Les compramos una cocina en condiciones», cuenta Alfonso Lafuente, párroco coruñés. «Y algunos abuelos, con pensiones de 500 euros, se hacen cargo de sus nietos porque sus hijos están en el paro», añade. Hay más dramas. «Una pareja me confesó que si sus hijos supieran que recogían ropa en nuestro ropero, se morirían de la vergüenza», cuenta Clara Gallego, directora del albergue Padre Rubinos, en A Coruña.