La Xunta abre hoy el último tramo de la AG-64 hasta Vilalba, donde se enlaza con la autovía del Cantábrico y la A-6
17 feb 2010 . Actualizado a las 16:14 h.Son solo trece kilómetros de carretera, pero un gran salto para la vertebración del noroeste gallego. La Xunta abre hoy al tráfico el último tramo de la autovía Ferrol-Vilalba, la AG-64, que permitirá circular exclusivamente por vías de alta capacidad desde la ciudad naval a Madrid. En un futuro, cuando concluya el trazado gallego de la autovía del Cantábrico (A-8) también será vía directa hacia las comunidades del norte y la conexión con Francia.
La llegada hasta Vilalba es especialmente trascendental. Allí se sitúa el enlace, clave, con la A-8, vía por la que se puede viajar hasta la localidad de Baamonde y enlazar con la A-6, que lleva al conductor directamente hasta Lugo y conecta con la Meseta. En sentido contrario, rumbo al norte, la autovía del Cantábrico deberá completar en los próximos años el trazado hasta salvar las distancias hasta Barreiros, donde la infraestructura es ya una realidad hasta Ribadeo y supone la conexión con la transcantábrica en la comunidad asturiana, todavía intermitente por las obras. Así, el mapa de la conexión cantábrica no quedará completado hasta que no culminen los tramos pendientes de la A-8, es decir, no antes del 2012.
Más de tres años de retraso
La autovía llega a Vilalba con más de tres años de retraso sobre lo establecido por el Plan Galicia, que preveía su puesta en servicio a finales del 2006. Culebrón político de por medio, y después de que el Ministerio de Fomento se desentendiese de la infraestructura en el 2005, se sucedieron continuos aplazamientos, el último achacado por la Xunta a la ola de frío del pasado enero, la penúltima previsión de apertura del Gobierno de Alberto Núñez Feijoo. Finalmente, el presidente de la Xunta será el encargado de abrir hoy, a las 11.25 horas, tras un recorrido por el nuevo tramo, la circulación por el trecho que restaba para unir la comarca de Ferrol con Vilalba. Los 57 kilómetros que las separan han costado 200 millones de euros a las arcas autonómicas.
Han transcurrido siete años entre la puesta en servicio del primer tramo -un corredor reconvertido en autovía- y la del último, cuya construcción comenzó en octubre del 2007: veintisiete meses para completar un trazado en el que cada kilómetro costó tres millones de euros. Las características de construcción son similares a las de los tramos precedentes: una calzada de 24 metros de ancho con dos carriles en cada sentido. La última etapa contará con dos áreas de descanso, una en cada sentido.