Y eso que es australiano

DEPORTES

El camino de Mark Webber hacia su primer triunfo está plagado de obstáculos para desarrollarse como piloto, principalmente por la falta de apoyos en su país

13 jul 2009 . Actualizado a las 02:14 h.

El periodista británico Peter Windsor acostumbra a explicar de manera muy gráfica por qué Australia, pese a albergar un gran premio de fórmula 1, no ha visto emerger ninguna figura . «Pedirles un presupuesto de F3 a las empresas australianas -y menos aún de fórmula 1- es como decirle a un australiano en un partido de críquet si le importaría beber cerveza rubia caliente». Dicho de otro modo, lo que se presenció ayer en Nürburgring es un milagro o el mérito de un piloto que ha luchado siempre contra los elementos.

Detrás de los gritos de celebración de Mark Webber estaban todos los contratiempos contra los que tuvo que luchar desde pequeño. Uno fue su temprana emigración a Inglaterra, donde dormía en un cutre desván cuando en su casa paterna había una gran casa con un amplio terreno. Se enganchó al mundo de los coches porque su padre, propietario de una tienda de Yamaha, le quitó la idea de competir con motos. «El circuito de karts estaba al lado del de motocrós y ahí es donde acabamos», recuerda Webber, uno de los pilotos más parlanchines del paddock . De hecho, fue el único que habló sin pelos en la lengua sobre el caso de Max Mosley y su affaire con las prostitutas vestidas de nazis. «Uno no quiere sentarse ahí y hablar todo el rato de subviraje y sobreviraje», se justifica.

En su biografía hay un episodio gracioso pero que revela el grado de desesperación que vivió para no dejar su carrera como piloto. Cuando corría en la F3 y la falta de dinero amenazaba con hacerle tirar la toalla, Webber llegó a abordar en el aeropuerto de Heathrow a su paisano David Campese, estrella de rugbi. «Me vio un Ford Fiesta todo oxidado, yo estaba de rodillas y pudo comprobar hasta que punto deseaba su ayuda y dijo: ''démosle una oportunidad''. Fueron 56.000 libras, claves para acabar mi carrera en F3», recuerda Webber, un hombre que huye de la farándula glamurosa de la fórmula 1. De hecho, en su casa inglesa, que comparte con su compañera Ann Neal, ha acogido a dos burros, Ned y Oliver, y un par de enormes perros.

Similitud con Alonso

Mark Webber tiene muchos puntos en común con Fernando Alonso. Ambos llevan el mismo número de grandes premios en fórmula 1, comenzaron en Minardi y comparten representante, además de una muy buena relación con Flavio Briatore (el gran cortador de césped de su casa es un regalo del italiano).

Webber tuvo una excelente ocasión de compartir los últimos éxitos de Renault. Después de comenzar con Minardi y continuar con Jaguar, en el 2005 deshojó la margarita entre Williams y Renault. Optó por la primera y hoy reconoce que fue un error: «Me equivoqué de medio a medio, cuando vi que Fisichella se subía al Renault en Australia 2005 y ganaba fue muy duro para mí». Briatore se lo recuerda con demasiada frecuencia. Y esa mala decisión hizo que Alonso fuese campeón en dos ocasiones y Mark hubiese demorado hasta ayer su primer triunfo en la élite.

¿Cómo es considerado Webber entre los pilotos? Se le acusa de mirar demasiado los retrovisores, de aplicar un conservadurismo que le identifica con un piloto poco agresivo, o que incluso le hace ser mejor cronometrador que activo en carrera. Pero desarrolla un pilotaje muy estético, especialmente en las entradas de curva de media velocidad y en las enlazadas. «Sé que puedo ganar pero lo que importa es la consistencia con la que ganes». Lo dijo Webber hace un año y ayer lo cumplió.