Principios de los noventa. Fue en esa época cuando M.?V.?S.?F. se apuntó por primera vez en las listas para celadores del Sergas. Hasta el mes de agosto pasado la iban llamando para hacer sustituciones con cierta periodicidad. Pero en los últimos cinco meses trabajó únicamente cuatro días en diciembre en un hospital de A Coruña. «Van llamando, pero menos que antes, entonces es complicado que lleguen al número en el que estoy en el listado», explica. A sus 55 años ha llegado a un estado desesperado. «Preciso un trabajo, no importa en qué. Voy de un lugar a otro entregando currículos», explica. Porque esta mujer tiene una responsabilidad importante, un hijo adolescente.
«Es muy complicado para una persona mayor, aunque puedas hacer perfectamente el trabajo. El otro día entré en una frutería en la que había un cartel donde pedían una empleada. Pregunté y la respuesta fue: ¿Para usted?», explica. Pero ese no fue el único lugar en el que ha encontrado una actitud poco receptiva.
El mes pasado logró la ayuda de poco más de 400 euros que reciben los que están en paro y son mayores de 52 años. Pero es una cantidad que no alcanza. «No me dan trabajo. Voy al banco de alimentos porque 400 euros no llegan. Cobran cinco euros al mes por adulto. Luego voy a una oenegé que, por un euro, te da verdura o yogures caducados», añade. Pero para ir ahí tiene que madrugar. «Hay que coger número a las ocho y media y esperar una hora a que abran. Es lo que queda», explica.