Entra apresurada en la tienda. Como si ese fuera el último minuto en el que poder hacer una pregunta trascendental. «¿Tiene algo de Hanna Montana en negro?», pregunta. Tras la duda de la vendedora, decide marcharse. «Volveré más tarde», espeta. Es el perfil tipo de comprador, según aseguran los que durante estos días atienden detrás del mostrador: mujer joven, con prisa y con una idea clara. Esto, de lunes a viernes. El fin de semana es otra cosa. Los hombres, entonces, también acompañan. La venta está siendo quizás «más escalonada» que el año pasado, cuenta una dependienta de una céntrica tienda de Ourense mientras se afana en envolver un regalo. Esto significa: compran lo mismo pero no todo de golpe.
La Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) espera una caída de la facturación del 5% y calcula que el gasto por niño será este año de 166 euros.
«Desde octubre la gente ya está mirando cosas, y se nota además que miran más el precio, aunque al final van a comprar lo que el niño quiera», relata la vendedora. La tiranía infantil que hace que si un juguete está agotado, los padres sean capaces de perder más tiempo en buscarlos y en encontrarlos que en jugar con sus propios hijos. Hasta hace unas semanas, familias completas acudían a la tienda para cotejar gustos de unos y otros; ahora los progenitores acuden acompañados únicamente de los catálogos. Hojas y hojas marcadas por los pequeños que han tenido que ir día a día descartando posibilidades hasta llegar al juguete total. Según la AEFJ, las empresas del sector han renovado un 60% sus productos para atraer a los compradores, un sector que el año pasado invirtió 185 millones de euros en publicidad. «Los padres intentan comprar regalos educativos, lo intentan, pero al final son los niños los que mandan», relata otra dependienta mientras alcanza uno de los regalos estrella de estas Navidades: las bolas Bakugan. «Este año es lo más, pero también piden mucho Gormiti, Hannah Montana, Hello Kitty, Barbie princesa y mosquetera y, claro, juegos para consola».
Tras el último puente, la maquinaria se ha puesto a funcionar a todo trapo. Es ahora, dicen los comerciantes, cuando los padres finalmente deciden qué es lo que van a comprar y cómo. «La mayoría pagan con tarjeta de crédito», afirman en la tienda.