Leche europea a 19 céntimos el litro

Juan Oliver

ECONOMÍA

La caída de precios asfixia a las granjas europeas, a las que la industria paga 55 veces menos de lo que después cobra

27 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

En el único bar que hay en los alrededores de la granja de Eddy Pussemier el café cuesta 1,5 euros. Más o menos lo mismo que en cualquier otro país de Europa, aunque en Bélgica es raro que los bares sirvan el café con leche. Aquí lo acompañan de un azucarillo, una galleta y una minúscula tarrina de plástico que contiene diez gramos de crema.

En un supermercado cercano venden el pack de nueve envases de crema a 0,95 euros, es decir, unos 10,5 euros el litro. O lo que es lo mismo, 55 veces más de lo que las industrias le pagaron a Eddy el mes pasado por su producción.

«Si esto sigue así, en un año tendremos que vender la mitad de la cuota y replantearnos las cosas», cuenta el ganadero. Con su mujer, Annie, y un empleado regenta una moderna explotación familiar de 55 vacas en Bois-Seigneur-Isaac, una localidad de 1.200 habitantes de la región de Valonia, a cuarenta kilómetros al sur de Bruselas. La UE les permite producir cada año 520.000 kilos de leche, y en marzo del 2008 las industrias se la pagaban a 35 céntimos el litro.

Un año después, la han bajado a 19 céntimos, y a ese precio Eddy pierde más de 5.000 euros todos los meses. «Tenemos algunas reservas, pero no sé cuánto podremos aguantar», lamenta.

Millones de explotaciones

La brutal caída de los precios de la leche durante el último año ha puesto en peligro el futuro de millones de explotaciones lecheras en toda Europa. Y lo malo es que la crisis ya no afecta solo a las granjas pequeñas, aquellas a las que la política agraria común condenó hace lustros a un lento proceso de desaparición. Ahora también amenaza a ganaderos como Eddy, que se han adaptado a los requisitos que, según la UE, garantizarían su futuro: redimensionamiento, diversificación de la producción, innovación, apuesta por el valor añadido y por la apertura de nuevos canales de distribución...

Eddy y Annie siguieron esas recomendaciones, y si hoy tienen una cuota muy superior a la media es porque durante años invirtieron en la compra de derechos de producción. Además, destinan parte de sus ingresos a la mejora genética de su ganado, para que sea más productivo y dé leche de mejor calidad. Cada año, emplean unos 5.000 litros en la fabricación de helados y quesos, que Annie elabora y vende en una tienda que han abierto en la propia granja. Han cumplido con lo que se les dijo, pero ni siquiera eso ha servido para impermeabilizarlos contra la crisis.

«Las cuotas son un magnífico instrumento para regular la producción, y no sé por qué la comisaria de Agricultura [Marian Fischer Boel] quiere eliminarlas. Liberalizar el sector lácteo es un suicidio para Europa», afirma Eddy, que no entiende que sea justo ahora, en plena recesión, cuando la UE ha puesto en marcha su plan para eliminar el sistema de derechos. Ese mecanismo desaparecerá definitivamente en el 2014, y hasta entonces se aumentará progresivamente en un 1% anual la cuota de todos los países. O sea, que cada vez habrá más leche en el mercado, y, mientras la demanda no se recupere, precios a la baja.

Costes en la producción

Solo en alimentación y cuidado de los animales, a Eddy le cuesta quince céntimos producir un litro de leche. Y eso sin contar los gastos financieros y los demás costes de la granja. Las industrias pagan a un mes, y él ni siquiera sabe aún cuánto obtendrá por la leche que les entregó en abril. Pero siguiendo la tendencia de los últimos meses, lo más probable es que no supere los 18 céntimos el litro. Casi sesenta veces menos de lo que el consumidor paga después en el súper por productos como la crema para el café.

Otros cierres en la zona

En Bois-Seigneur-Isaac había otras dos granjas como la de los Pussemier, pero las dos cerraron el año pasado. Una pertenecía a un ganadero que se jubiló, y la otra a un vecino de su edad que fue incapaz de sacarla adelante. Como sucede en Galicia, en Bélgica tampoco es fácil convencer a los jóvenes de que se dediquen a una actividad con un futuro tan incierto.

Annie y Eddy tienen tres hijos, y solo el pequeño, Jonás, de 21 años, parece dispuesto a dar continuidad a la explotación de sus padres. Estudia para perito agrónomo, y asiente con la cabeza cuando oye a Eddy reflexionar sobre el futuro: «La leche es una alimento de primera necesidad, porque es esencial para la vida. Si nosotros no podemos producirla, ¿quién lo hará?».