Los que corren no son precisamente tiempos normales para las bolsas. Y lo ocurrido en las dos últimas jornadas con Volkswagen constituye el mejor exponente de esta situación. En plena crisis del sector automovilístico, el mayor fabricante de coches de Europa se convirtió ayer en la empresa más valiosa del mundo, con una capitalización de 296.000 millones de euros (unos 370.000 millones de dólares), suficiente para superar en el ránking de las mayores compañías del planeta por valor bursátil a la petrolera estadounidense Exxon (343.000 millones de dólares), según datos de Bloomberg.
Dentro del Ibex 35, el podio lo encabeza Telefónica, con 59.895 millones de euros al cierre de la sesión de ayer, muy lejos de los casi 110.000 millones que llegó a valer en noviembre del pasado año, cuando la Bolsa española disfrutaba de los niveles más altos de su historia.
Para sorpresa de todos, a la revalorización de más de casi el 147% cosechada la víspera, el fabricante de coches alemán sumó ayer un avance de casi el 82%. El detonante de esta escalada sin precedentes ha sido el anuncio de las intenciones de Porsche de hacerse con el control del 75% del capital de la compañía germana. El incremento de la participación de Porsche reduce el porcentaje de capital de Volkswagen que se negocia libremente en Bolsa a menos del 6%, ya que el Estado regional de Baja Sajonia posee alrededor de un 20%.
Así las cosas, los fondos de inversiones que pidieron prestados títulos y los vendieron para especular con una pérdida de valor a corto plazo, se ven de golpe con un margen de maniobra muy limitado para cubrir su posición. Esos fondos deben ahora comprar acciones para devolverlas a sus verdaderos propietarios y lo tienen que hacer a cualquier precio.
Y, mientras tanto, la Comisión de Valores alemana ha decidido examinar con lupa las operaciones de las últimas jornadas.