Desde las gradas llovieron todo tipo de improperios e insultos al colegiado, poco después de que pitase un penalti
04 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.No fue una tarde plácida para el árbitro pontevedrés Juan Carlos Taboada la que vivió el domingo en el campo municipal de Rianxo. Dirigía el choque entre el Unión y el Chantada, de Regional Preferente, cuando poco antes del descanso pitó un penalti que puso en pie de guerra a los aficionados locales que se dieron cita en el estadio. Desde las gradas comenzaron a llover todo tipo de improperios e insultos dirigidos al colegiado, al considerar injusta la decisión.
El trío arbitral se refugió rápidamente en los vestuarios tras el lanzamiento de la pena máxima, acompañados de una atronadora pitada e insultos. Eso sí, desde la directiva aseguran que en ningún momento hubo invasión de campo, aunque el público mostró su disconformidad con todo tipo de improperios.
Ya en el interior de las casetas y mientras seguían los sonidos de viento desde las gradas dirigidos a los responsables de impartir justicia, Juan Carlos Taboada se negaba a salir al campo sin la presencia de la fuerza pública.
La Policía Local de Rianxo, que ya estuvo en el inicio del partido, tuvo que regresar al estadio a toda prisa, al ser reclamada por la directiva, que además preside un agente rianxeiro. Los aficionados no aminoraron sus airadas protestas contra el colegiado. Ante el retraso en la reanudación del partido, algunos de ellos se acercaron hasta las proximidades del vestuario para seguir con los insultos.
Eso sí, la directiva estuvo pendiente del trío arbitral para evitar cualquier incidente, aunque el comportamiento del público no pasó de los improperios.
La segunda parte comenzó, según fuentes del club, con diez minutos de retraso, y la integridad física de los colegiados no corrió en ningún momento peligro alguno, según insisten desde la directiva.
El enfado de los responsables del club se hizo más patente al comprobar como las descalificaciones procedían también de aficionados jóvenes, e incluso niños, por lo que pedirán al público que modere su comportamiento, pues no es el más adecuado para dar ejemplo a los más pequeños que acuden a los campos de fútbol.
Al final, el partido se reanudó sin problemas, aunque todas las miradas y comentarios se dirigían hacia el árbitro. Eso sí, lo más positivo del parón fue para las arcas del Unión, pues la cantina tuvo más movimiento y casi agotaron las existencias en una tarde en la que el sol apretó de lo lindo y la barra estuvo bastante más animada de lo habitual.