El secretario de Estado para fotos

DEPORTES

04 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El secretario de Estado para el Deporte se pasó un mes en Sudáfrica persiguiendo fotógrafos que vincularan su imagen al éxito de la selección. Su protagonismo, excesivo para alguien ajeno al césped, se ha entendido claramente desde la obvia utilización que ha hecho de su cargo en aras de catapultarse hacia otras esferas de la política. Así, Lissavetzky lleva años gritando tolerancia cero contra el dopaje. Pero cuando al dopaje se le ponen rostro, nombre y apellidos (caso Valverde o Paquillo, por ejemplo), hace mutis por el foro con la misma pericia con la que se hace omnipresente tras los triunfos de las selecciones de fútbol y baloncesto, o de nuestros tenistas y ciclistas. El caso Hércules vuelve a demostrar que algo huele a podrido en el fútbol español. Entrenadores, futbolistas, presidentes, árbitros.... todos saben lo que se cuece en el lado oscuro del balón. En cambio, políticos como Lissavetzky, que también lo saben (o deberían) no pasarán a la historia por pisar esos charcos. Se escudan en una cuestión de competencias, cuando nadie les exige que se atribuyan las que no tienen. Simplemente, deberían dedicarse en cuerpo y alma a limpiar toda la porquería que ensucia nuestro deporte, aunque para ello tengan que mancharse el traje y las fotos sean menos glamurosas.